mi primer ensayo
la
presencia
de
este
individuo
no
pu-‐
do
menos
de
producir
en
©1
ánimo
del
caballero
una
vehemente conmc«áóo.
Don
Alonso
vio
acercarse,
paso
entre
paso,
y
vaidlajido
en
cada
movimiento,
á
ima
especie
de
esqueleto sombrío
y
escuálido.
Su
desgreñada
y
blanca
cabeillera
caía
en
desorden
sobre
el
cuello
y
espaldas:
su
espesa, sucia
y
canosa
barba.,
descendía
hasta
la
cin/tura,
y
el
extraño
ropón
que
le
servía
de
vestido,
daba
á
su aparien-‐
cia
un
aire
sepulcral
y
pavoroso.
En
me-‐
dio
de
la
espesura
de
la
barba
y
cabellos,
brillaba con
una
luz
fo^órica
un
solo
y
único
ojo:
la
luz
del
otro
estaba
entera-‐
La
Hija
dmi
Judio.—
ii tomo.—
i
954
mente
extinguida,
y
ia
cavidad
en
que
es-‐
tuvo
colocada
la muerta
pupila,
desapa-‐
recía
bajo
una
ceja
prolongada
y
cerdosa.
Cuando
el
fantasma
estuvo
junto
al
ca-‐
ballero,
que
lo
contemplaba
extático,
in-‐
corporóse
éste
con
un
brusco
movimieii-‐
to,
exclamando:
—
¡
Por la
Virgen
de
Alcobendas,
que
yo
í
estoy
n:¿rando,
me
parece,
al
Capitán
Juan
de
Hinestrosa!
...
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