mi trabajo
Esta doctrina, dicho queda ya, es obra del hombre romántico, y romántico fue Friedrich Wilhelm Schelling (1775-1854), que a la «filosofía negativa», abstracta y conceptual, opone la «filosofía positiva», que no pretende la construcción de un sistema que por definición es algo artificial, sino la captación de lo verdaderamente real. He aquí que un hombre que siempre se ha adscritoa la corriente romántica no sólo resulta ser el primero que enuncia el concepto de «filosofía positiva», sino que valora la primacía de lo real sobre lo virtual, de lo sólido y concreto sobre lo especulativo y puramente teórico.
Menos nos corresponde recordar en este punto la filosofía esencialmente idealista, como no sea para reparar siquiera en un cierto persistente optimismo que puedeguardar una relación indirecta, pero no por ello menos operativa, con el futuro optimismo positivista. El idealismo de Hegel, idealismo por excelencia y paradigma de una concepción que casa con el modo romántico de entender las cosas, es optimista por cuanto cree en un progreso indefectible del ser humano y con él del universo entero hacia una realización radical que sólo encontrará su culminación en elfin de los tiempos: la dialéctica, al fin y al cabo, se desarrolla en el tiempo, y cada síntesis es más perfecta que la anterior, puesto que la síntesis anterior se ha convertido en tesis, y opuesta a su antítesis, ha generado esa nueva síntesis más armónica; de suerte que la dialéctica hegeliana es un proceso de sucesividades cada vez más perfectas en que lo lógico y lo cronológico marchan deconsuno hacia la plena realización, hacia la metahistoria, hacia la síntesis final y definitiva, superadora e integradora de todas las diferencias, abarcándolas en una unicidad superior y armónica, casi divina, que asume sin contrastes ni choques todas las diversidades que la han ido constituyendo. «Debemos decir concluye Hegel de lo Absoluto que es esencialmente un resultado, que sólo al final eslo que es, en cierto modo, si el terreno en que se sitúan unos y otros no fuera tan diferente, tan dramáticamente opuesto, sentiríamos la tentación de admitir que el progreso es tan necesario, sagrado y absoluto en Hegel como en Comte y los positivistas. Y no se puede negar la posibilidad de una cierta influencia indirecta en el mismo y romántico Comte, porque, en observación de Stromberg, «elsistema de Hegel fue inmenso, laberíntico y en opinión de algunos, impenetrable; pero ejerció una influencia fenomenal, a pesar de todas estas dificultades»
Augusto Comte es uno de los hombres más difíciles de definir o de explicar del siglo XIX, y en este compendiado epítome de su doctrina no pretendemos, por supuesto, ninguna explicación. Romántico, soñador, místico, profundamente enamorado deClotilde de Vaux, cuya prematura desaparición provocó en él una profunda crisis moral que tuvo algo de inexplicable «conversión», fue, al mismo tiempo, el defensor acérrimo de un método rigurosamente científico, del desprecio a lo especulativo e imaginario, de la tendencia a la constatación, a la búsqueda rigurosa de la ley física y de la realidad objetiva mediante un sistema de investigaciónirreprochable. Desde su adolescencia estuvo preocupado por la idea de que Europa, tras la era de las revoluciones, se encontraba en crisis, sin seguridad, sin certezas. La Revolución había derribado lo absoluto, la religión admitida y respetada por todos, la autoridad moral e indiscutible del monarca, las certidumbres sagradas, situadas por encima de toda discusión, puesto que en virtud de mundanosconvicciones eran dignas de absoluto respeto. La Revolución había traído la libertad al mundo, pero ninguna autoridad moral indiscutible había sustituido a las verdades propias del Antiguo Régimen. El liberalismo, por definición, es el sistema que admite todas las opiniones, que respeta todas las opciones posibles siempre que sean honestamente formuladas y defendidas. Y en medio de toda la turbamulta...
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