mi vecina es una musa

Páginas: 19 (4651 palabras) Publicado: 16 de marzo de 2014
Mi vecina es una Musa:
Atardecía en Paris y sobre un lienzo inmaculado, Julius, trazaba el esquema sencillo de los volúmenes elementales de un paisaje de montaña. 
Al finalizar el esbozo con sumo cuidado humedeció con una esponja pequeña la franja del cielo con un aguado en ocre clarísimo para posteriormente manchar las nubes azules, dejándolo secar varios minutos antes de pintar las primerasmontañas con fríos colores violeta y azules, sirviéndose así la base de tonalidades posteriores.
Con acuarelas rojizas y verdes pintó contrastes sobre los montes más distanciados y cuando se disponía a cubrir las zonas despobladas del paisaje con tonos rojizos, sonó el “dinggg-donggg” de su puerta y una mujer desconocida se presentó con voz tímida.
 ––Bonsoir, Je m` appelle Myriam…, Soy suvecina, “comment-dit-on, en francés ?”
 ––Voisin…, encantada de conocerla, vecina!––respondió en perfecto español el caballero francés.
 ––Parlez- vous espagnol?––inquirió Myriam sorprendida.
 ––Perfectamente, mi madre es española, cuando era niño pasaba mis vacaciones de verano con mis abuelos en su país.
¿En qué puedo ayudarla?
    ––La agencia que me alquiló el piso me dio una llave de laazotea y la he perdido.
    ––Tengo una copia de esa llave y otra del portal, ahora mismo se la traigo.
     El pintor fue a su habitación y del primer cajón de su mesita de noche cogió una copia de la llave y se la prestó a su vecina.
    ––Merci beaucoup.
    ––De rien, ¿desea algo más?
    ––No, gracias…, por el momento eso es todo. Espero no tener que molestarle más veces.
    ––Au revoir,Myriam.
    ––Hasta la vista.
El pintor cerró suavemente la puerta y regresó frente al lienzo y cuando comenzó a manchar con sombras tostadas los troncos de los árboles, nuevamente fue interrumpido por el sonido del timbre.
    ––Paul, ¿qué haces aquí?, habíamos quedado a las diez.
    ––Lo sé pero me he cansado de dar vueltas por el centro comercial y no encontrar lo que buscaba.
El pintordirigió la vista a una bolsa con la serigrafía de una famosísima librería parisina.
    –– ¿Qué llevas en esa bolsa?
    ––He comprado un libro––respondió su amigo mostrándoselo.
     Julius observó la portada y posteriormente le dio la vuelta deteniendo su mirada en la enorme fotografía de la autora que la cubría.
    –– ¡Yo conozco a esta mujer!
    ––Tú y millones de lectores. ¡Es la reina dela literatura fantástica!
    ––Paul esa mujer acaba de pedirme la llave de la azotea.
    ––Imposible, la habrás confundido con otra persona.
    ––Jamás olvido un rostro––afirmó con rotundidad––. Soy pintor y recuerdo perfectamente los rasgos de su fisonomía.
Paul quedó pensativo dudando de las palabras de su amigo. 
    ––Si no me crees llama a su puerta y compruébalo por ti mismo. Sealoja en el piso que alquila tu agencia inmobiliaria. 
    –– ¿Y que le digo?
    ––Pídele un poco de sal, en las películas funciona.
    –– ¡Estás loco!––dijo cogiendo la novela e introduciéndola en la bolsa––. Me voy a dar una ducha y luego nos vemos.
Una vez en el rellano, Paúl, se detuvo un buen rato delante de la puerta de la escritora y en un impulso repentino dejó su dedo pegado al timbre.    ––Disculpe, soy su vecino, ¿tiene un poquito de sal?––le pidió en su idioma natal.
    –– ¿Es usted español?––preguntó la escritora con una sonrisa.
    ––No, pero hablo perfectamente cinco idiomas.
     Myriam prestó atención a las trémulas manos del caballero de cabello azabache rizado, con ojos algo rasgados, pestañas bastante largas para ser un hombre y labios pronunciados.
   ––Espere un segundo que le traigo un salero.
     Antes de ir a buscar la sal Myriam se fijó en el sonrojo de sus pómulos, pero lo que no pudo sentir cuando se alejaba por el largo pasillo de la casa era como el corpulento cuerpo de Paul, por segundos, se estremecía.
    ––Aquí tiene.
    ––Se lo devolveré en seguida––dijo con voz entrecortada.
    ––Quédeselo, tengo otro de repuesto.
  ...
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