Mi vida

La convertibilidad avanzó en el terreno de la estabilidad y el crecimiento, pero tuvo efectos negativos cuyas aristas más destacadas fueron el desempleo y la distribución regresiva del ingreso. Raúl Cuello, profesor de la UBA, fundamenta ese diagnóstico en su libro Política económica y exclusión social, al trazar una fina distinción entre modelo -el marco general- y las políticas económicas quese siguieron desde 1991
Es fácil advertir que al nivel de opinión pública, de sectores políticos y aun de especialistas, existe una gran confusión respecto del modelo adoptado en 1989 y la política que se identifica con la convertibilidad implementada desde abril de 1991. Se pasa por alto que el primero fija los parámetros caracterizantes del sistema económico (apertura, privatizaciones, adopcióndel mercado como asignador de recursos, etc.), y que la segunda se refiere a la selección de objetivos e instrumentos por parte de las autoridades.El capitalismo, como sistema, no se caracteriza en ninguno de los países que lo adoptaron y adoptan por tener una praxis común. No es lo mismo el capitalismo estadounidense que el alemán, el suizo o el francés y no por esto dejan de ser consideradosadoptantes del mismo. Vaya esto como reflexión para quienes pretenden hacer creer que el modelo es sinónimo de convertibilidad y que el tipo de cambio flexible implicaría dejar de lado los fundamentos que hoy pocos discutirían. Dicho de otro modo, los efectos negativos en la economía de nuestro país y que tienen sus aristas más destacadas en el desempleo y la distribución regresiva de los ingresos,deben ser imputados a que se confundieron objetivos secundarios con objetivos primarios de la acción de gobierno.El bienestar como metaEs que tanto el crecimiento como la estabilidad, con sus efectos benéficos, sólo tienen justificación prioritaria en la medida que sirven de apoyo para alcanzar el bienestar social. Y si bien es cierto que el comportamiento de los dos primeros ha permitido superarcon éxito un período de extraordinario desorden económico, podemos llegar a coincidir en que cumplieron una etapa que ya debe darse por superada. Asimismo, que las condiciones bajo las cuales se lograron, han cambiado a partir de la crisis internacional que tiene lugar desde mediados de 1997 y por lo tanto algún tipo de redefinición se impone.Los mercados financieros son distintos, los precios delas materias han bajado y Brasil dejó de funcionar como impulsor de nuestras exportaciones. El crecimiento, en el que muchos apoyaban su diagnóstico para disminuir el desempleo, ya no tiene lugar (cuando estuvo presente lo generó) y la estabilidad, que deviene en deflación, conforman un escenario en donde la incertidumbre aumenta para inversores, consumidores, empresarios o asalariados. El ciclovirtuoso dejó de serlo. Ya no es más.¿Dónde estuvieron y están los errores de las autoridades y de quienes insisten en flexibilizar a ultranza el mercado laboral para reducir aún más los salarios y procurar el equilibrio fiscal vía ingresos, todo con el fin de mejorar un nivel de competitividad internacional que aparece cada vez más lejano? A mi juicio, en una paridad cambiaria sobrevaluada desde elinicio y en la falta de una férrea disciplina fiscal, necesaria siempre, pero imprescindible cuando se fija el tipo de cambio con una estricta regla monetaria, puesto que el gasto público primario consolidado creció en el 125%, lo cual supuso el aumento recurrente de la presión fiscal sobre el universo de contribuyentes que debieron competir internacionalmente con precios relativos adversos y conel aumento de sus costos de producción.También en no advertir la función central de la presencia de un Estado eficiente y equilibrador de conflictos que asegurara la adopción de las reglas económicas propias del modelo y que éste las requiere de manera excluyente, tal como lo evidenciaron los pensadores de la economía clásica. Eliminar la regulación pública y permitir la privada constituye algo...