MICHAEL DE CERTEAU
Una actividad desconocida: la lectura
Respecto al consumo, la lectura sólo es un aspecto parcial pero fundamental. Pese a los trabajos que exhuman una autonomía de la práctica lectora bajo el imperialismo escriturario, una condición de hecho se ha creado por más de tres siglos de historia. Escribir es producir el texto; leer es recibirlo delprójimo sin marcar su sitio, sin rehacerlo.
Lo que debe cuestionarse es la asimilación de la lectura a la pasividad. En efecto, leer es peregrinar en un sistema impuesto. Análisis recientes muestran que “toda lectura modifica su objeto”, que “una literatura difiere de otra menos por el texto que por la forma en que se lee”, y que finalmente un sistema de signos verbales o icónicos es una reservade formas que esperan sus sentidos del lector. Si entonces “el libro es un efecto del lector, se debe considerar la operación de este último como una especie de lectio, producción propia del lector”. Este último no pretende ni el sitito del autor, ni un sitio de autor; inventa en los textos algo distinto de lo que era su “intención”. Los separa de su origen, combina sus fragmentos y crea algo quedesconoce en el espacio que organiza su capacidad de permitir una pluralidad indefinida de significaciones. Esta actividad “lectora” está reservada al crítico literario, es decir, otra vez a una categoría de intelectuales, o ¿puede extenderse todo consumo cultural?
Desgraciadamente, la abundante literatura consagrada a la lectura sólo proporciona precisiones fragmentarias sobre este punto otrata de experiencias eruditas. Las investigaciones se refieren sobre todo a la enseñanza de la lectura. Se aventuran más discretamente por el lado de la historia y de la etnología, por falta de huellas dejadas por una práctica que se desliza a través de todo tipo de “escrituras” todavía mal marcadas.
El sentido “literal”, producto de una élite social
De los análisis que siguen a la actividadlectora en sus recovecos, se destaca al menos una primera aproximación, que no sabría mantener la partición que separa la lectura del texto legible. Si se trata del periódico o de Proust, el texto sólo tiene significación por sus lectores; cambia con ellos; se ordena según códigos de percepción que se le escapan. Sólo se vuelve texto en su relación con la exterioridad del lector, mediante unjuego de implicaciones y de astucias entre dos tipos de “espera” combinados: el que organiza un espacio legible (una literalidad), y el que organiza un camino necesario hacia la efectuación de la obra (una lectura). La lectura plantea entre el texto y sus lectores una frontera para la cual los intérpretes oficiales solo entregan pasaportes, al transformar su lectura (legítima, también) en unaliteralidad ortodoxa que reduce a las otras lecturas a sólo ser heréticas o insignificantes. Desde este punto de vista, el sentido literal es el índice y el efecto de un poder social, el de una élite. El texto se convierte en un arma cultural, el pretexto de una ley que legitima, como “literal” la interpretación de profesionales y de intelectuales socialmente autorizados.
Es la jerarquización socialque oculta la realidad de la práctica lectora o la hace irreconocible. La autonomía del texto era la reproducción de las relaciones socioculturales en el interior de la institución cuyos encargados fijaban lo que había que leer. Sin embargo, la creatividad del lector crece a medida que decrece la institución que lo controla.
La lectura se situaría entonces, en la conjunción de unaestratificación social (de relaciones de clase) y de operaciones poéticas (construcción del texto por medio de su practicante): una jerarquización social trabaja para conformar al lector a “la información” distribuida por una élite.
Un ejercicio de “ubicuidad”, esta “impertinente ausencia”
La autonomía del lector depende de una transformación de las relaciones sociales que sobredeterminan su relación con...
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