Michelle De Montaigne

Páginas: 8 (1854 palabras) Publicado: 25 de febrero de 2013
MICHEL DE MONTAIGNE

COMO EL ALMA DESCARGA SUS PASIONES SOBRE OBJETOS FALSOS CUANDO LOS VERDADEROS LE FALTAN
Un noble francés, extremadamente propenso al mal de gota, a quien los médicos habían prohibido rigorosamente que comiera carnes saladas, acostumbraba a reponer, bromeando, al precepto facultativo: «Menester es que yo encuentre a mano alguna causa a que achacar mi alma; maldiciendo unasveces de las salchichas y otras de la lengua de vaca y del jamón, parece que me siento más aliviado.
De la propia suerte que cuando alzamos el brazo para sacudir un golpe, nos ocasiona dolor el que no encuentre materia con que tropezar, dar el golpe en vago, y así como para que la vista de un panorama sea agradable, es necesario que no esté perdido ni extraviado en la vaguedad del aire, sino quese encuentre situado en lugar conveniente:
Y como el viento pierde sus fuerzas, si las espesas selvas
No irritan furor, disipándose en la vaguedad del aire.

de igual modo parece que el alma, quebrantada y conmovida, se extravía en sí misma si no se la proporciona objeto determinado; precisa en toda ocasión procurarla algún fin en el cual se ejercite. Plutarco dice, refiriéndose a los quetienen cariño a los perrillos y a las monas, que la parte afectiva que existe en todos los humanos, falta de objeto adecuado, antes que permanecer ociosa se forja cualquiera, por frívolo que sea. Vemos pues, que nuestra alma antes se engaña a si misma enderezándose a un objeto frívolo o fantástico, indigno de su alteza, que permanece ociosa. Así los animales llevados de su furor, se revuelven contrala piedra o el hierro que los ha herido, y se vengan a dentelladas sobre su propio cuerpo, del daño que recibieron:

Así la osa de Panonia, más feroz después de ser herida,
Se repliega, y furiosa quiere morder el acero que la desgarra,
Persiguiéndolo y dando vueltas con él.
¿A cuántas causas no achacamos los males que nos acontecen? ¿En qué no nos fundamos, con razón o sin ella, para dar conalgo con qué chocar? No son las rubias trenzas que desgarras, ni la blancura de ese pecho que despiadada, golpeas, los que han perdido al hermano querido a quien lloras; busca en otra parte la causa de tus quejas. Hablando Tito Livio del ejército romano que peleaba en España después de la pérdida de los dos hermanos, los grandes capitanes, dice: Todos comenzaron de repente a llorar y a golpearsela cabeza.
El filósofo Bión habla de un rey a quien la pena hizo arrancarse los cabellos; y añade bromeando: «Pensaba, acaso, que la calvicie aligera el dolor.» ¿Quién no ha visto mascar y tragar las cartas o los dados a muchos que perdieron en el juego su dinero? Jerjes azotó al mar, y escribió un cartel de desafío al monte Atos. Ciro ocupó todo un ejército durante varios días en vengarse del ríoGindo, por el temor que había experimentado al cruzarlo. Calígula demolió una hermosa vivienda por el placer que su madre había en ella disfrutado.
Los campesinos decían cuando yo era mozo que el rey de una nación vecina, habiendo recibido de Dios una tunda de palos, juró vengarse de tal ofensa; para ello ordenó que durante diez años ni se rezase ni se hablase del Criador, y si a tanto alcanzabasu autoridad, que tampoco se creyese en él. Con todo lo cual quería mostrarse, no tanto la estupidez como la vanidad pertinente a la nación a que se achacaba el cuento; ambos son siempre defectos que marchan a la par, aunque tales actos tienen quizás más de fanfarronería que de estupidez. César Augusto, habiendo sido sorprendido por una tormenta en el mar, desafió, al dios Neptuno, y en medio dela pompa de los juegos circenses, hizo que quitaran su imagen de la categoría que le pertenecía entre los demás dioses para vengarse de sus iras, en lo cual es menos excusable que los primeros, y menos aún cuando, habiendo perdido una batalla bajo el mando de Quintino Varo en Alemania, de desesperación y cólera golpeaba su cabeza contra la muralla, gritando: «Varo, devuélveme mil legiones!» Los...
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