miguel

Páginas: 48 (11863 palabras) Publicado: 4 de noviembre de 2014
MARIA LUISA BOMBAL

LA AMORTAJADA
NOVELA

Segunda edicibn

N A S C

I

M

SANTIAGO

E

N

T

C H I L E
1941

0

Y Iuego que hubo anochecido, se le ,entreabrieron 10s ojos. Oh, un POCO, muy poco. Era como si
quisiera mirar escondida detris de sus largas pestaiias.
A la llama de 10s altos cirios, cuantos la velaban
se inclinaron, entonces, para observar la limpbeza yla transparencia de aquella franja de pupila que la
muerte no habia logrado empaiiar. Respetuosamente maravillados se inclinaban, sin saber que Ella 10s
veia.
Porque Ella veia, sentia.

Y es asi como se ve inm6vi1, tendida boca arriba
.en el amplio lecho revestido ahora de las sibanas
bordadas, perf umadas de espliego,-que 3e guardan
siempre bajo Ilave-y se ve envuelta en aquel bat&
deraso Manco que solia volverla tan grkil.
Levemente cruzadas sobre el pecho y oprimiendo
un crucifijo, visfumbra sus manos; sus manos que
han adquirido la delicadeza frivola de dos palomas
sosegadas.
Ya no le incomoda bajo la nuca esa espesa mata
de pelo que durante su enfermedad se iba volviendo,
minuto por minuto, m6s hGmeda y mis pesada.
Consiguieron, a1 fin, desenmaraiiarla, aIisarIa,dividirla sobre la frente.
H a n descuidado, es cierto, recogerla.
Pero ella no ignora que la masa sombria de una
cabellera desplegada presta a toda mujer extendida
y durmiendo un ceiio de misterio, un perturbador
encanto.
Y de golpe se siente sin una sola arruga, pilida y
bella como nunca.

..

L A AiMORTAJADA

7

La invade una inmensa alegria, que puedan admirarla asi, 10s que yano la recordaban sino devorada
,por fiitiles inquietudes, marchita por algunas penas
y el aire cortante de la hacienda.
&ora que la saben muerta, alli estin rodeindola
todos.
Est6 su hija, aquella rnuchacha dorada y eliistica,
orgullosa de sus veinte aiios, que sonreia burlona
cuando su madre pretendia, mientras le ensefiaba
viejos retratos, que tambikn elIa habia sido elegante
ygraciosa. Est6n sus hijos, que parecian no querer
reconocerle ya ningiin derecho a vivir, sus hijos, a
quienes impacientaban sus caprkhos, a quienes avergonzaba sorprenderla corriendo por el jardin asoleado; sus hijos ariscos a1 menor cumplido, aunque secretamente halagados cuandos sus j6venes camaradas fingian tomarla por una hermana mayor.
Estin algunos amigos, viejos amigos que parecian
haberolvidado que un dia fu6 esbelta y feliz.
Saboreando su p e r i l vanidad, largamcnte permanece rigida, sumisa a todas las miradas, como desnuda a fuerza de irresistencia.
El murmullo de la (lluvia sobre 10s bosques y sobre la casa la mueve muy pronto a entregarse cuerpo y alma a esa sensaci6n de bienestar y melancdia
en que siempre la abism6 el suspirar del agua en las
interminables noches deotoiio.
La Iluvia, cae, fina, obstinada, tranquila. Y ella

8

MARIA LUISA BOMBAL

la escucha caer. Caer sobre 10s techos, caer hasta doMar 10s quitasoles de 10s pinos, y 10s anchos brazos
de 10s cedros azules, caer. Caer hasta anegar 10s trkboles, y borrar 10s senderos, caer.
&campa, y ella escucha nitido el bemol de lata
enmohecida que ritmicamente el viento arranca a1 molino. Y cada golpede aspa viene a tocar una fibra
especial dentro de su p c h o amortajado.
Con recogimiento siente vibrar en su interior una
nota sonora y grave que ignoraba hasta ese dia guardar en si.
Luego, llueve nuevamente. Y la lluvia cae, obstinada, tranquila. Y ella la escucha caer.
Caer y resbalar como Iiigrimas por 10s vidrios de
Ias ventanas, caer y agrandar hasta el horizonte las
lagunas, caer.Caer sobre su coraz6n y empaparlo,
deshacerlo de languidez y de tristeza.
Escampa, y la rueda del molino vuelve a girar pesada y regular. Per0 ya no encuentra en ella la cuerda que repita su mon6tono acorde; el sonido se despeiia ahora, sordamente, desde muy alto, como aIgo
tremendo que la envuelve y la abruma. Cada golpe
de aspa se le antoja el tic-tac de un reloj gigante marcando el...
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