Mineros de chile
“A mil, a mil, hay que celebrar: lasvívaselas de Sudáfrica”. En las calles de Copiapó los vendedores anuncian las trompetas de plástico que llenaron de zumbidos los estadios en la Copa del Mundo de fútbol de Sudáfrica. Cuestan mil pesos(unos dos euros), y son una demostración más del júbilo que ha inundado Chile al concluir con éxito el rescate más espectacular de su historia. La operación en el desierto de Atacama, seguida por unaaudiencia global de mil millones de personas, ha despertado el orgullo chileno y desatado la euforia en la boca del estrecho túnel por el que los trabajadores volvieron a la vida.
Sobre las nueve ymedia de la noche del martes (hora local), la cápsula Fénix descendía por el conducto en busca del último minero. Mientras, las cámaras situadas en el interior de las galerías para retransmitir endirecto la operación enfocaban a Luis Ursa. El jefe de turno, el líder de los mineros, se paseaba como un animal enjaulado por las galerías. Daba gritos, se jaleaba a sí mismo, los rescatadores leaplaudían.
Al fin la cápsula llegó y Ursa comenzó su ascenso por el túnel de 66 centímetros de diámetro, cubierto de agua y completamente oscuro. Diez minutos después estaba en el exterior. Un grito de júbilollenó el campamento Esperanza, y Chile suspiró al fin. Los 33 mineros rescatados habían pasado 70 días atrapados en las galerías de la mina San José. Entre vítores a Ursa lo envolvieron en la banderay acudió a saludarle afectuosamente el presidente Sebastián Pañera, omnipresente en todo el proceso. Antes de que comenzaran los fastos y todos empezaran a cantar el himno, Ursa tuvo tiempo de...
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