Minoridad
Nuestra historia rioplatense siempre ha reconocido la existencia de niños desamparados. Esta dolorosa e innegable realidad explica que hayamos tenido defensores demenores desde 1642 en los cabildos, y que se hayan creado establecimientos para su guarda desde 1754, como lo fueron en un comienzo, y durante el dominio español, el Colegio de Huérfanas y la Casa deExpósitos.
Sin embargo, esa realidad mostraba sólo una casuística limitada que surgía de las debilidades, miserias o infortunios humanos, y la sociedad la superaba acudiendo a esos servicios.El escenario cambió en el último cuarto del siglo XIX, cuando las tensiones y conflictos que suscitaba el tránsito hacia la sociedad industrial y capitalista llegaron a nuestros puertos en medio de unintenso flujo migratorio, arrastrando desarraigo, indigencia y desintegración familiar.
Nuestro “primer centenario” fue celebrado con gran júbilo en el país, pero ya la niñez vagabunda, mendiga orapaz poblaba calles y plazas de nuestras ciudades porteñas y evidenciaba entre nosotros la existencia de una problemática social.
Las autoridades respondieron con medidas de defensa social. Un Estadoque se limitaba a mantener el orden público, sólo atinó a la contención en sus leyes e instituciones. Después de arrogarse el patronato como potestad pública, creó –siguiendo una corriente dominanteen Norteamérica y Europa- los juzgados de menores.
Si estaban en juego los niños, lo que se atribuía generalmente a la desidia de sus mayores, eran jueces quienes debían resolver al respecto yproveer lo más conveniente para su protección.
La defensa social dio paso a una deseada justicia social cuando la segunda posguerra del siglo XX impuso el modelo político de bienestar. El Estadointervenía, ahora, activamente en la cuestión social, aunque lamentablemente con un tono muy asistencialista.
Esa intervención se canalizó, con relación a los niños desamparados o transgresores, a través...
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