Miralos Como Los Mira Marcela

MÍRALOS COMO LOS MIRA MARCELA



Aun recuerdo la primera vez que lo vi, era rosadito oscuro como un camotito recién lavado. Cuando lo cargue me miro sonriente, complacido, yo se que los bebitos no abren los ojos pero el mío si, los abrió y yo supe que él era especial”, me dice la señora Marcela, mientras evoca entre su recuerdos pasados y cansados el nacimiento de su hijo: Manuel, o como legustaba que le digan, Mañuco.

Han pasado ya 22 años desde el nacimiento de Mañuco, 22 años de dolor y lagrimas, 22 años de peleas callejeras y sangre, 22 años de noches interminables esperando que su hijo llegara a casa, 22 años de abandono, sufrimiento, incomprensión y golpes que al final lograron cambiar la mirada tan dulce y jovial de Mañuco, ahora su mirada se pierde entre las drogas, labolsa de terrocal, y todo lo que lo lleve a olvidarse de la vida que le ha tocado vivir.

“el era muy estudioso, sacaba buenas notas”, me dice su madre, mientras trata de entender como su Manuelito se convirtió en un pandillero. Agacha la cabeza esperando encontrar una respuesta, se pasa la mano por la cabeza, adornada de canas y miles de preocupaciones, yo la miro fijamente. Mira a la derechahacia una imagen del Señor Cautivo de Ayabaca, reza con los ojos, le pide fuerzas; se limpia las lágrimas que su corazón no soporta más. “Disculpe joven, es el cansancio”, y casi inmediatamente esboza una sonrisa que me recuerda a mi madre, arropándome de niño, haciéndome mi café en las amanecidas, pidiéndome cuidado cuando salgo a las fiestas, miro a las señora Marcela y puedo sentir suspensamientos diciéndome “yo también hice eso por Manuel, casi igual como lo hace tu madre, te lo juro hijito, que lo hice”. La piel se me escarapela por la sensación y no puedo evitar pensar en todas las madres que hicieron, hacen y harán eso, y que al final se darán cuenta que no funciono, que no fue suficiente que su hijo se convirtió en un pandillero, en un criminal que nadie quiere. Es imposibleevitar pensar en las lágrimas y la desesperación de esas madres cuando todo el mundo desprecia sus hijos, cuando los tratan como basura. Miro a los ojos de esa madre frente a mí y no puedo evitar preguntarle, ¿cómo?, ¿Cómo paso?

“Los problemas, mis errores y sus soluciones a mi descuido, eso paso hijito”, me dice la señora marcela mientras un adolecente sale de la puerta de tras de ella. Me miraindiferente, pasa de largo y sale a la calle donde se escucha el alarido de los amigos que le esperaban. “el es igualito a su hermano: inquieto”.

Por el barrio todos conocen a Mañuco, un “pandillero drogo”, le dicen algunos, otros lo consideran un “delincuente nato”, unos más benévolos le dicen “muchacho sin suerte”, al preguntar porque sonríen sin alegría y me cuenta que el papa de Mañuco esempresario, y exitoso, cada mes le pasaba una pensión considerable pero el esposo de su mama, su padrastro, le hacia la vida imposible. “Mañuco puede ser todo lo que quieran, pero nunca dejaba que le hiciesen algo a su mamá. Una vez el marido le quiso pegar a la marcelita pero el Mañuco se metió y fueron a los golpes, esa fue la primera vez que lo botaron de la casa, muchachito estaba”, me dice,Celi, una de las vecinas más antiguas del barrio, de las que vieron calatos a todos los jóvenes de hoy.



El padrastro de Manuel, es un hombre duro, de mirada cruda, y de silueta triste, perdida. Lo veo entrar por la puerta, pide su comida con voz ronca y áspera. Debe ser así, supongo, al vender películas todos los días, al voz no podría ser otra.

Siento un poco de incomodidad por su actitudautoritaria al mirarme; mientras pedía explicaciones de mi presencia. Yo lo soporte unos minutos, Mañuco tuvo que soportarlo años…

Con ese señor marcela tiene dos hijos, Silvia, quien salió embarazada a los 15 años de un muchacho del barrio, como me cuenta marcela, “yo llore y de je de trabajar una noche, pero de ahí me di cuenta que aun me quedaba un hijo”. Y por el que dejo de llorar es...