mis cosas
Leo vive en pleno torbellino de la adolescencia. Un universo en el que irrumpe un nuevo profesor,
soñador, que pone a prueba a sus alumnos y les obliga a plantearse preguntas acerca de la vida y de sus
propios sueños.
Preguntas que a Leo le cuesta responder, pero que le acercan al mundo de los adultos. Además, Leo
tiene un enemigo: el color blanco. Porque para Leo todas lasemociones tienen un color, y el blanco es la
ausencia, la soledad y la pérdida, el rojo, en cambio, es el color del amor, la pasión, la sangre; rojo es el
color de los cabellos de Beatrice.
Leo ahora ya tiene un sueño, y se llama Beatrice. Cuando Leo descubre que Beatrice está enferma y que
su enfermedad está relacionada con ese blanco que tanto le asusta, deberá buscar dentro de sí mismo,
paraentender que los sueños no tienen fin y que siempre hay que encontrar el coraje para creer en algo
más grande.
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Agradecimientos
notes
Alessandro D’Avenia
Blanca como la nieve,
roja como la sangre
A mis padres,
que me enseñaron a mirar
el cielo con los pies en la tierra.
A mis alumnos, que cada día
me enseñan a renacer.
Un hijo deRey estaba comiendo. Al cortar un queso, se cortó un dedo y una gota de sangre cayó en
el queso. Dijo a su madre:
—Mamá, quiero una mujer blanca como la nieve y roja como la sangre.
—¡Cómo!, hijo mío, si es blanca no es roja y si es roja no es blanca. Pero busca a ver si la
encuentras.
«El amor de las tres granadas»,
Cuento popular italiano
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Cada cosa tiene un color. Cada emoción tieneun color. El silencio es blanco. De hecho, el blanco es un
color que no soporto: no tiene límites. Pasar una noche en blanco, quedarse en blanco, levantar bandera
blanca, dejar el papel en blanco, tener el pelo blanco... Es más, el blanco ni siquiera es un color, como el
silencio. No es nada. Una nada sin palabras o sin música. En silencio: en blanco. No sé quedarme en
silencio o solo, queviene a ser lo mismo. Me da un dolor un poco por encima de la barriga o dentro de la
barriga, nunca lo he sabido, que me obliga a montar en mi bativespino, hecho polvo y sin frenos (¿cuándo
me decidiré a repararlo?), y a ponerme a dar vueltas sin rumbo mirando a los ojos de las chicas con las
que me cruzo para saber que no estoy solo. Si alguna me mira, luego existo.
Pero ¿por qué seré así?Pierdo el control. No sé estar solo. Necesito... ni yo mismo sé qué necesito.
¡Qué rabia! Menos mal que tengo un iPod. Y es que si resulta que sabes que te espera un día con sabor a
asfalto polvoriento en el instituto y luego un túnel de aburrimiento entre deberes, padres y perro y vuelta a
empezar, hasta que la muerte os separe, lo único que puede salvarte es la oportuna columna sonora. Teencasquetas unos cascos en las orejas y entras en otra dimensión. Entras en la emoción del color
oportuno. Si necesito enamorarme: rock melódico. Si necesito cargarme las pilas: metal duro y puro. Si
necesito ponerme marchoso: rap y otras crudezas, sobre todo tacos. Así no me quedo solo: blanco.
Alguien me hace compañía y le da calor al día.
No es que esté aburrido. Porque tengo mil proyectos, diezmil deseos, un millón de sueños que cumplir,
mil millones de cosas que empezar. Pero luego no puedo empezar ni una sola, porque a nadie le interesa.
Entonces me digo: Leo, ¿quién cono te manda hacer nada? Déjalo, disfruta de lo que tienes.
No hay más que una vida y cuando se vuelve blanca lo mejor para darle color es mi ordenador: siempre
encuentro a alguien con quien chatear (mi nick es «el...
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