miserias
La toga como signo de autoridad deberá portarse en los tribunales y los órganos jurisdiccionales precisamente para dar ese toque solemne, de poder casi sagrado, tomandoen cuenta que se juzgan los actos de los hombres que han infringido la ley. Portar la toga es sinónimo de respeto, firmeza y dignidad a la labor de resolver un juicio, y sería fabuloso que quien seatreviera a usarla demostrara ser un hombre justo, decidido y conciente de la profesión que ejerce.
Leer esta obra me ha sensibilizado en cuanto a pensar en el preso como un hombre necesitadode amor y vulnerable, que por circunstancias, algunas veces ajenas a él, paga su error con la supresión del valor más valioso del ser humano, después de la vida, que tiene todo ser humano: Lalibertad.
No cabe duda que en todo hombre se esconda una conducta animal, una fiera que emerge y no razona, reacciona. Me impacta el concepto del autor sobre las esposas, cadenas andantes, quesometen, limitan y vuelven al monstruo, al animal enfurecido a su forma habitual de hombre, con su propio entendimiento del bien y el mal.
No con esto quiero decir que justifico al delincuente,como lo señala Carnelutti, es el preso quien remueve mi conciencia, pues es en quien la Sociedad vuelca su impotencia, su furia. Considero que si en nuestro sistema penitenciario existiera unverdadero concepto de lo que es la readaptación y rehabilitación social otra sería la situación de nuestro país.
Con la lectura de este libro descubrí el lado humano de la profesión de la abogacía,profesión que es llamada a socorrer, a ser empática, a colocarme en el último peldaño junto a mi cliente. Me emociona como Carnelutti señala y compara al Cirineo en el caminar del imputado y el
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