Mitre Montonero

Universidad Nacional de Quilmes
Historia Argentina

Mitre Montonero
La Revolución de 1874 y las formas de la política en la organización nacional
Eduardo José Míguez

“(La revolución) Además de resolver un problema más o menos real de acefalía, era la oportunidad para la elites locales de adquirir un protagonismo mayor al que hasta ese momento les estaba reservado”1
Vista como unaherramienta para la modificación de las bases imperantes, o para el reordenamiento de un orden poco favorable a los intereses de un determinado grupo, la revolución fue un recurso de acción muy utilizado a lo largo de la historia.
Incluso en la actualidad contamos con la presencia de movimientos revolucionarios que buscan alzarse en contra del sistema que los contiene, haciendo uso de los instrumentosque el mismo sistema tiene para ofrecerles. Éstos se desarrollan en sociedades con cierto grado de madurez, desde los estratos más bajos de la población, cuando los sujetos, prescindiendo de las opiniones de sus líderes, comienzan a manifestar ciertas actitudes, deseos, aspiraciones y valoraciones que no encajan con las ideologías oficiales2.Más allá de la preeminencia con la que cuentanprincipalmente en Latinoamérica, aunque también en otros rincones del globo, situaciones de ésta índole no tuvieron cabida en nuestra propia historia.
El surgimiento de estas poderosas fuerzas revolucionarias coincide con una tendencia hacia el desplazamiento descendente en la pirámide social, de los centros de decisión e integración de las sociedades. Tal como presenta Alain Touraine en Movilidadsocial, relaciones de clase y nacionalismo en América Latina, “a medida que nos movemos de las situaciones y condiciones arcaicas a las modernas, el principio de unidad del sistema de acción histórica se traslada desde el tope hacia la base de la sociedad”3.
La cuestión abordada en éste libro se corresponde justamente con ese momento “arcaico” de nuestro pasado, en el cual las pautas de acción conrespecto al sistema político se justificaban por los intereses de los grupos que se encontraban en el “tope de la sociedad”, las distintas elites económicas locales. Es válido señalar que en la actualidad la situación no difiere diametralmente, puesto que continúan siendo los grupos de poder los que rigen la economía y por consiguiente, si atendemos al planteo marxista, la sociedad, la política yparticularmente el discurso, sin embargo, no es mi intención abordar ésta cuestión ni sembrar paralelismos tan poco cuidados entre dos sociedades determinadas por contextos absolutamente dispares.
Una particularidad del período comprendido entre 1808 y (para incluir la última montonera) 1874 es que estuvo atiborrado de levantamientos y montoneras encabezados por las distintas elites bajo lasprincipales consignas de imponerse como autoridad o brindar apoyo a aquel aspirante que pudiese alzarse en pos de los intereses del grupo. El instrumento conceptual que justificaba tal acción era el de soberanía. Las elites locales se veían a sí mismas como representantes naturales del auténtico pueblo, un pueblo abstracto y con límites extremadamente difusos, adaptable a las distintas convenienciasdiscursivas. En su nombre se hacían tanto las revoluciones como la defensa del orden imperante.
Fue, entonces, el pueblo el que movilizó a Bartolomé Mitre, ex presidente de la República, a organizar la contienda que intentaría desafiar los resultados de los escrutinios de 1874 y, por consiguiente, reivindicar la limpieza del sufragio y las instituciones nacionales.
Cepeda inició el proceso deconstrucción del Estado Nacional. La piedra angular fue el intento de reconciliación entre las elites progresistas y el régimen de caudillos, con el fin de crear una base política sustentable capaz de soportar la transformación y modernización social auguradas. Si bien el proyecto de Urquiza tuvo éxito en la mayoría de las provincias, la elite porteña no aceptó participar en un pie de igualdad con...