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Páginas: 14 (3467 palabras)
Publicado: 8 de octubre de 2014
DEL HOMBRE Y LA
TIERRA
La función social de la propiedad lia dado ya pretexto a todos los conservadores del mundo para esconder tras esa nebulosa su adhesión implícita a un
régimen jurídico -—el de la propiedad individualista—
injusto y caducado (i) y ocasión a moralistas y economistas para buscar en una imposible evolución, salida
•a un sistema económico •—el delcapitalismo— intolerable.
Con esto creernos que ha cumplido su función, la
••doctrina política de la llamada función social de la
propiedad, tan en boga en los días primeros de la Falange, que por eso la traemos a colación, como antecedente inmediato en el tiempo de una doctrina que no
se detiene ante el condicionamiento externo o jurídico
vigente de las relaciones entre el hombre y la tierra,
paradefinir las funciones que a ésta y a aquél toca
•cumplir dentro del orden nacionalsindicalista.
Parecerá superficial esta actitud —que no iixipro(i) "La propiedad, tal como la concebíamos hasta ahora, toca a
su fin; van a acabar con ella, por las buenas o por las malas, unas
masas que en gran parte tienen razón, y que, además, tienen la fuerza"
(O. C, pág. 49). V. también Antología, págs. 206y 239. "... la concepción individualista de la propiedad se ha perdido...". Arriba, 21-III-1935.
Todas las citas de José Antonio se harán así: O. C. (Obras Completas).
A. RODRÍGUEZ GIMENQ
visamos— hacia una respetable teoría que tuvo sus;,
secuaces políticos. Pero, corriendo este riesgo, hemos,
de limitarnos a indicar dos de las razones que, en cierto modo, explican el desden hacia esanebulosa de la
función social de la propiedad y de todas las reformas,
agrarias que la han buscado, respetando, siquiera en
teoría, la propiedad de los Códigos modernos: la falta
voluntaria de claridad en la doctrina, porque es objetivamente imposible que la propiedad individualista
cumpla sin destruirse una función social deliberada;.
y la falta de rectitud de intención en las reformas,.porque todas ellas a vuelta de imponer genéricamente,
no ya a la propiedad, sino al propietario, el cumplimiento de la "función social" de dejar de serlo, cuandola extensión, (una noción de cantidad) de sus tierraspasan de ciertos límites, niegan y destruyen, no ya la
propiedad individualista, que esto es lo de menos, sinola noción misma de la propiedad.
Naturalmente entendemos que, por lomenos entrenosotros, el movimiento político que giró en derredorde aquella vaga noción de la función social, la refería
esencialmente a la propiedad de la tierra. Nadie, quesepamos, la generalizó en el orden práctico de tal
modo que intentara exigirla a la propiedad de unas
cuartillas y una pluma, ni siquiera a la propiedad intelectual. Es a la de la tierra; y, sin embargo, políticos,,moralistas y economistas no se han percatado de la
rebeldía impasible de la tierra a dejarse tratar comouna cantidad tan sólo susceptible de división y de reparto, ni han querido percatarse de jque la propiedad
es un puro condicionamiento (2), una forma y no más..
(2) La propiedad, decimos, entendida, no en potencia como atributo,,
sino en acto como derecho; y "el Derecho, dice José Antonio, sólo es—RELACIONES DEL HOMBRE Y I.A TIERRA
que sirve o no al cumplimiento de la función social que
a la tierra, en verdad, toca cumplir a lo largo de la
historia.
La antítesis irreductible de los términos de propiedad individualista y función social de la misma, junto'
a la ilógica, absurda posición de los que pretendían
sintetizarlos y a la serena contemplación de lo que en
la Historiaauténtica y no sólo jurídica ha sido la función de la tierra, condujeron sin duda a encontrar en.
ella una noción de calidad, que unida a la de cantidad.
aludida, sirviese a precisar su función.
"La tierra —dice José Antonio— no es el agregado de unas cuantas fincas, ni el soporte de unos intereses agrarios para ser regateados en asambleas. La
tierra es la tierra; la tierra como depositaría de...
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