Moliere Las Mujeres Sabias
En Las mujeres sabias, Molière vuelve a ensañarse con lo que él consideraba uno de los peores males de su tiempo: la hipocresía. En este caso, el foco está puesto en los falsos intelectuales, personajes jactanciosos que alcanzaban con facilidad el prestigio y el reconocimiento pero que, bajo la superficie de sus escritos, sólo ostentaban afectación y engreimiento, aprovechándose dela candidez y presunción de una clientela de mujeres que pretendían convertirse en sabias y a lo sumo se recibían de sabihondas.De nada sirvió a Molière advertir, antes del estreno, que la obra no se basaba en personas reales. Porque, en rigor de verdad, algunas situaciones y ciertos personajes señalaban claramente a célebres contemporáneos del dramaturgo. Y éstos jamás le perdonaron su nuevaafrenta.
Moliere
LAS MUJERES SABIAS
PERSONAJES
CRISALIO, burgués.
FILAMINTA, mujer de Crisalio.
ARMANDA y ENRIQUETA Hijas de Crisalio y Filaminta.
ARISTO, hermano de Crisalio.
BELISA, hermana de Crisalio.
CLITANDRO, amante de Enriqueta.
TRISSOTIN, hombre ingenioso.
VADIUS, sabio.
MARTINA, cocinera.
ESPINA, lacayo de Crisalio.
JULIAN, criado de Vadius.NOTARIO.
La escena en París, en casa de Crisalio
ACTO PRIMERO
ESCENA I
ARMANDA y ENRIQUETA
ARMANDA.-Sí; el bello título de hija es un título, hermana mía, ¿cómo queréis abandonar su encantadora ternura...? ¿Insistís en casaros...? ¿Cómo se os ha podido ocurrir tan vulgar deseo...?
ENRIQUETA.-Sí, hermana mía...
ARMANDA.-¡Ah! ¿Cómo es posible tolerar ese sí...? ¿Quiénpuede escucharlo sin aflición...?
ENRIQUETA.-¿Qué tiene en definitiva el matrimonio para obligaros, hermana mía, a...?
ARMANDA.-¡Ah, Dios mío...! ¡Uf!
ENRIQUETA.-¿Cómo?
ARMANDA.-¡Uf!, os repito. ¿No observáis lo repugnante que resulta esa palabra en primera instancia, cómo ofende cual una extraña imagen y a qué sucia visión arrastra al pensamiento...? ¿No os estremecéis...?¿Podéis,-hermana, condenar vuestro corazón a las consecuencias que se derivan de esa palabra...?
ENRIQUETA.-Las consecuencias que se derivan de tal palabra son un marido, unos hijos, un hogar... Y pensándolo bien, no veo en el matrimonio nada que ofenda al pensamiento, ni que resulte aterrador.
ARMANDA.-¿Cómo os pueden agradar, ¡oh cielo!, semejantes afectos...?
ENRIQUETA.-¿Y qué tiene que hacer una mujer ami edad sino atraerse, con el título de esposo, a un hombre que la ama y al que ella corresponde, y con un estado hecho de ternura, crearse las dulzuras de una vida compartida? ¿No ofrece suficientes atractivos vínculo tan armónico...?
ARMANDA.-¡Dios mío, de qué poca calidad es vuestro espíritu! ¡Qué personaje más vulgar representáis en el mundo, limitándoos a las exigencias de un hogar, y sinvislumbrar otros placeres más conmovedores que los que se desprenden de idolatrar a un marido y a unas criaturas! Dejad para la gente común y corriente, para las personas vulgares, las toscas diversiones de esa clase de compromisos. Llevad vuestros propósitos a más altos horizontes, pensad en disfrutar placeres más nobles, y tratando con distancia a los sentidos y a la materia, entregaos porcompleto al espíritu como yo. A la vista tenéis el ejemplo de nuestra madre, a quien en todos sitios honran con el nombre de sabia; procurad, como en mi caso, mostraros digna hija suya; aspirad al esplendor que tenemos en la familia y haceos sensible a las dulzuras seductoras que el amor al estudio difunde en los corazones. Lejos de sujetaros como una esclava a los dictados de un hombre, desposaos conla filosofía, querida hermana, que nos eleva por encima de todo el género humano, concediendo a la razón el imperio, supremo, sometiendo a sus leyes esa parte animal llena de groseros apetitos que nos rebaja al nivel de las bestias. Considerad los bellos fuegos, los dulces afectos que deben llenar todos los momentos de la vida, y comprenderéis que los afanes a que se limitan tantas mujeres...
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