Lo que parecía una victoria sencilla, se había convertido en una carnicería donde la sangre se veía por todos lados, el sonido de los fusiles se confundían con los gritos deagonía de los soldados, los norvietnamitas nos habían tendido una trampa, haciéndonos creer que teníamos el control de la batalla, por ese vil error más de la mitad de nuestros hombresmurieron. Estaba casi que me desfallecía del cansancio lleno de sangre y sudor, ya no podía con mi cuerpo, cuando de repente escucho un grito descontrolado y lleno de patriotismoque decía: “¡flecha roja Soldados! ¡Todos a cubierto!”. Al instante divisa en el horizonte el escuadrón de bombarderos que venían soltando bombas de Napalm, dejando atrás una estelade muerte, destrucción y dolor, aunque redujo a la mitad nuestros enemigos norvietnamitas, también dejo heridos nuestros en el campo de batalla. No nos quedaba otra opción más queirnos de frente contra los “amarillos” , y fue en ese momento cuando el comandante dio la orden de sacar las bayonetas, nos llenamos de valor y cargamos lo último de municiones queteníamos, esperábamos que el comandante diera la orden de atacar, el sol nos quemaba, el campo de batalla antes estaba lleno de frondosos árboles, ahora era un terreno árido ydesértico, en el cual él era caliente, se sentía la tensión entre los dos bandos, y el momento decisivo llegó, el comandante dio la orden y emprendimos contra ellos con gritos deguerra, y la masacre de amarillos fue inmensa, salieron huyendo de nosotros, siendo ellos más numerosos que nosotros, huyeron al ver el deseo de venganza en los ojos de los nuestros. Alfinal del tercer día de combate habíamos conquistado ese lugar y destrozado a los norvietnamitas; desde ese día supimos que ir a la guerra es como entregarle tu alma al diablo.
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