Monografia

Epilogo de la obra El Extranjero

Me encontraba entonces en una situación complicada, tanto así que no llegaba a acordarme como llegue a ella. Lo único que por el momento se, es que me encuentro en decúbito ventral tirado en el suelo y a mí alrededor una multitud que grita muy enfadada el gran odio que me tienen. ¿Y que más? Ah sí, al parecer estoy al lado del capellán, quien me mira con muchalástima y tristeza, al costado se encuentra un hombre fornido que sujeta firmemente una soga, la cual si no me equivoco es aquella que sostiene una pesada pero mortífera cuchilla de acero. Así es yo me encontraba en ese preciso momento en la guillotina, en la plaza pública y ante todos los reunidos. Realmente en este momento no llego a diferenciar entre el miedo y desesperación, simplemente mesiento confundido.
Lo más curioso es que por alguna razón no me acuerdo como llegue allí, lo único que se me ocurre, es que en este preciso momento me siento tan fuera de mí y absorto de la realidad que las sensaciones que experimento son entumecidas y prácticamente imperceptibles.
Solo puedo describir los hechos más elementales. Pero al parecer tengo un vago recuerdo de instantes antes…
Recuerdoque esta mañana cuando el sol estaba entrando a su apogeo, de un día que no me acuerdo, que pudo ser 2 o 3 días después de mi sentencia, me encontraba en mi pequeña, fresca y oscura celda a la cual ya me estaba acostumbrando.
Cuando entonces irrumpieron bruscamente los guardianes de la prisión, me sacaron de la celda y me hicieron caminar junto a ellos por varios pasadizos. De inmediato metaparon la vista, poniéndome una venda en mis ojos. Y seguimos caminando. Me sentí incomodo, nervioso y con algo de temor, pero seguía comprendiendo que carecía de sentido la vida para ser respetada y apreciada, aceptaba con seguridad mi vida y su fin que estaba a punto de llegar. Estaba seguro de poseer la verdad, de tener siempre razón. Estaba preparado para todo, reconocía la muerte del árabe, y elpoco sentimiento de culpa que significaba ello.
Era un hecho que la vida carecía de sentido alguno, por lo que era obvio que creer en Dios era una cuestión sin importancia en la vida, que obviamente no era una cuestión que influenciara la vida de los demás y mucho menos mi vida. Comprendí entonces que mi muerte no merecía importancia, comprendía pues que la vida no vale la pena de ser vivida.En resumen a pesar del previo rubor, seguía creyendo que la situación cercana a la muerte, que se me avecinaba, seria afrontada exactamente de la misma forma que lo había venido haciendo y que en ese preciso momento lo estaba haciendo.
Después de caminar largos trechos, me hicieron parar, y me esposaron. Al instante me quitaron la venda y abrieron un gran portón. Bruscamente fui empujado haciaafuera de aquella instalación y de inmediato todo fue una confusión. Sentía toda la luz y el calor del sol en mis ojos y en mi cuerpo, no lo podía soportar, vacile, no pensaba con claridad. Me enceguecí, no podía ver nada, con las justas la silueta de algunas personas. No entendía que sucedía, el aturdimiento era incomparable. Justo entonces empeoro cuando todos los reunidos me divisaron,comenzaron a gritar cuanto me odiaban o por lo menos eso entendí.
No podía soportarlo, tanto brillo, calor, ruido, sudor que caía por mi frente y recorría todo mi ser, causo en mi una terrible desorientación y angustia. Me sentía desesperanzado, caí al suelo duro y sucio, llenándome de mugre todo el cuerpo, especialmente mis ojos. ¡Qué tormento más grande! El ardor del sol me llegaba hasta las mejillasy sentía las gotas de sudor amontonarse en mis cejas. Era el mismo sol del día en que mate al árabe. Sabía que era inútil pero intente levantarme y tratar de reincorporarme, con el fin de orientarme. Los guardianes me ayudaron, seguimos caminado, mientras que el abrumador y ensordecedor calor y bullicio se desarrollaba. Sentí que cada paso que daba se volvía más y más lento, y parecía imposible...