Monologo e prometeo
Ésta ha oído enteramente el final de su viaje. Pero, porque sepa que no
vanamente me escucha, le diré qué trabajos bajos ha sufrido antes de venir aquí,
dándole con ello la prueba demi relato. Con todo omitiré la mayor parte de las fatigas e
iré al término mismo de tus viajes.
En cuanto llegaste a las llanuras de los morosos y al escarpado dorso de Dodona,
donde está elprofético asiento de Zeus Tesproto con el prodigio increíble de las
encinas que hablan, las cuales te saludaron claramente y sin enigmas como la que
había de ser la ilustre esposa de Zeus -¿tehalaga algo de esto?-, te lanzaste, punzada
por tábano, por el camino de la costa hasta el gran golfo de Real, de donde la tormenta
vuelve a traer aquí tus cursos errantes. Pero con el tiempo estegolfo marino, sábelo
bien, será llamado Jonio, recuerdo para todos los mortales de tu paso. Ésta es la
prueba de que mi mente ve más de lo que es manifiesto.
Lo demás os lo relataré a la vez avosotras y a ésta, volviendo sobre la huella de mi
anterior relato. Hay una ciudad, Cánobo, en el extremo del país, junto a la misma boca
y alfaque del Nilo; allí Zeus, imponiéndote su mano serena, alsimple contacto, te vuelve
el juicio; y darás a luz un hijo, cuyo nombre recordará que hizo nacer Zeus, el negro
Épafo, que recogerá el fruto de todo el país que riega el Nilo de ancha corriente.La
quinta generación después de él, formada por cincuenta doncellas, volverá de nuevo a
Argos no de buen grado, huyendo de unas bodas consanguíneas con sus primos;
éstos, en el frenesí de sudeseo, halcones que van a la caza de palomas, vendrán
también dando caza a unas bodas prohibidas. Mas un dios les negará lo que desean, y
el país pelasgo los recibirá, vencidos por los golpes de unAres femenino con una
audacia que vela en la noche; pues cada esposa quitará la vida a su esposo tiñendo en Prometeo Encadenado Esquilo
el degüello una espada de doble filo. ¡Tal venga Cipris a...
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