Monroe Lucy Novias Mediterraneas 1 Juego Cruel
Lucy Monroe
1º Novias mediterraneas
Lucy Monroe - Juego cruel (10.2007)
Título Original: Bought: The Greek's bride (2007)
Serie: 1º Novias mediterraneas
Editorial: Harlequin Ibérica
Sello / Colección: Bianca 1792
Género: Contemporanea-Griegos
Protagonistas: Sandor Christofides y Eleanor Wentworth
Argumento:
De inocente esposa había pasado a ser una esposa comprada...
Elmillonario griego Sandor Christofides había luchado con uñas y dientes para llegar a donde se encontraba. Ahora que tenía poder y dinero, sólo le faltaba que la rica heredera Eleanor Wentworth accediese a convertirse en su esposa.
Todo estaba preparado para la gran noche: rosas, champán… y un increíble anillo de diamantes. Pero Ellie aún no sabía si él realmente quería cuidarla y quererla... osimplemente utilizarla en su despiadado juego.
Capítulo 1
Sintiendo su mano grande y cálida en la parte baja de la espalda, Ellie permitió que Sandor la guiara dentro del exclusivo restaurante de Boston. En verano Boston era una ciudad húmeda y calurosa, y el súbito frío del aire acondicionado hizo que se estremeciera y que sus pezones se tensaran bajo el corpiño de seda negra de su vestido.
Más queincomodidad, sintió el placer sensual que siempre la dominaba en compañía de ese hombre.
Había marcado su primer encuentro y no había disminuido desde entonces, haciéndola desear explorar una parte de su personalidad que solía ignorar: su sexualidad femenina. Utilizaba ropa más sexy que en el pasado y disfrutaba con cada breve y posesivo roce de sus dedos sobre la piel.
Esa noche llevaba un vestido deArmani que le encantaba porque era elegante y sexy al mismo tiempo. El diseño sin mangas y el cuello caído dejaba sus brazos y una buena porción de escote y espalda al descubierto, pero la falda le llegaba discretamente por debajo de las rodillas. La seda negra se pegaba a sus curvas y el fino material no suponía ninguna barrera para sentir la mano de él en la espalda. Ese mínimo contacto hacíaque sus nervios se desataran.
Se concentró en mantener una fachada de indiferencia ante él y el resto de los clientes, pero no pudo evitar desear que estuvieran en un lugar más privado. Un sitio donde pudiera atreverse a preguntarle por qué nunca había buscado más intimidad, cuando sus besos de buenas noches rezumaban pasión a duras penas contenida. Una pasión que deseaba explorar.
Reconocióvarios rostros mientras el maître los conducía a su mesa. Aunque sólo fuera una vez, le habría gustado ir a un restaurante que no fuese de los aceptados por la gente de su clase. Pero Sandor Christofides exigía lo mejor. En todo.
Por eso, a veces se preguntaba qué hacía con ella.
Había nacido en un mundo al que él había llegado trabajando sin descanso, pero era lo único que podía ofrecerle. Con metrosetenta y siete de estatura, curvas pequeñas, rasgos normales y pelo rubio oscuro, no era especialmente bella; no se esforzaba por cultivar los contactos que otros se matarían por tener; aborrecía los estándares propios de la riqueza y solía negarse a mantenerlos. Su trabajo como asesora laboral del estado no era en absoluto glamuroso. Sus clientes nunca estarían en ninguna lista de Quién esquién y, a decir verdad, ella tampoco. Ya no.
Su padre consideraba su carrera un desperdicio de su exclusiva educación, pero le daba igual. Ella también pensaba que la obsesión de su padre por su empresa era un desperdicio. Y odiaba que ocupara el primer lugar en su vida, la empresa ante todo.
El maître los llevó a la mesa habitual de Sandor. Su ubicación era índice de la importancia de Sandor, algoque su padre habría dado por hecho, pero que él aún no. Sus ojos marrón oscuro chispeaban satisfechos un instante con detalles como ése, como si realmente le importaran.
Ésa era otra razón por la que no encajaban. A ella esas cosas le daban igual. Quizá porque había crecido en ese ambiente, pero la emocionaba mucho más conseguir un empleo, una recomendación o educación adicional para uno de sus...
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