monsedejeff
Páginas: 9 (2018 palabras)
Publicado: 2 de mayo de 2013
El sábado ha quedado grabado en mi memoria como un día de
incertidumbre. Fue también una jornada calurosa y pesada y el termómetro
fluctuó constantemente.
Yo había dormido poco, aunque mi esposa logró descansar bien. Por la
mañana me levanté muy temprano. Salí al jardín antes de desayunar y me
quedé escuchando, pero del lado del campo comunal no se oía nada más queel canto de una alondra.
El lechero llegó como de costumbre. Oí el estrépito de su carro y fui
hacia la puerta lateral para pedirle las últimas noticias. Me informó que
durante la noche los marcianos habían sido rodeados por las tropas y que se
esperaban cañones.
En ese momento oí algo que me tranquilizó. Era el tren que iba hacia
Woking.
—No los van a matar si pueden evitarlo —dijoel lechero
Vi a mi vecino que estaba trabajando en su jardín y charlé con él
durante un rato. Después fui a desayunar. Aquella mañana no ocurrió nada
excepcional. Mi vecino opinaba que las tropas podrían capturar o destruir a
los marcianos durante el transcurso del día.
—Es una pena que no quieran tratos con nosotros —observó—. Sería
interesante saber cómo viven en otro planeta. Quizáaprenderíamos algunas
cosas.
Acercóse a la cerca y me dio un puñado de fresas. Al mismo tiempo
me contó que se había incendiado el bosque de pinos próximo al campo de
golf de Byfleet.
—Dicen que ha caído allí otro de los condenados proyectiles. Es el
número dos. Pero con uno basta y sobra. Esto le costará mucho dinero a las
compañías de seguros.
Rió jovialmente al decir esto yagregó que el bosque estaba todavía en
llamas.
—El terreno estará muy caliente durante varios días debido a las agujas
de pino —agregó. Se puso serio, y luego dijo—: ¡Pobre Ogilvy!
Después del desayuno decidí ir hasta el campo comunal. Bajo el puente
ferroviario encontré a un grupo de soldados del Cuerpo de Zapadores, que
lucían gorros pequeños, sucias chaquetillas rojas, camisas azules,pantalones
oscuros y botas de media caña.
Me dijeron que no se permitía pasar al otro lado del canal, y al mirar
hacia el puente vi a uno de los soldados del Regimiento de Cardigan que
montaba allí la guardia. Durante un rato estuve conversando con estos
hombres y les conté que la noche anterior había visto a los marcianos.
Ellos tenían ideas muy vagas acerca de los visitantes, de modoque me
interrogaron con vivo interés. Dijeron que ignoraban quién había autorizado
la movilización de las tropas; opinaban que se había producido una disputa al
respecto en los Guardias Montados. El zapador ordinario es mucho más
culto que el soldado común y comentaron las posibilidades de la lucha en
perspectiva con bastante justeza. Les describí el rayo calórico y
comenzaron adiscutir entre ellos.
—Lo mejor sería arrastrarnos hasta encontrar refugio y tirotearlos—
expresó uno.
—¡Bah! —dijo otro—. ¿Cómo se puede encontrar refugio contra ese
calor? ¡Si te cocinan! Lo que hay que hacer es llegar lo más cerca posible y
cavar una trinchera.
—¡Tú y tus trincheras! Siempre las quieres. Ni que fueras un conejo.
—¿Es verdad que no tienen cuello? —dijo de pronto untercero.
Repetí la descripción que hiciera un momento antes.
—Octopus —dijo él—. Así que esta vez tendremos que pelear con peces.
—No es un crimen matar bestias así —manifestó el que hablara primero.
—¿Por qué no los cañonean de una vez y terminan con ellos? —preguntó
otro—. No se sabe lo que son capaces de hacer.
—¿Y dónde están las balas? No hay tiempo. Creo que deberíamos
atacarlos ahorasin perder ni un minuto.
Así continuaron discutiendo. Al cabo de un rato me alejé de ellos y fui a
la estación para buscar tantos diarios matutinos como hubiera.
Mas no fatigaré al lector con una descripción de aquella mañana tan
larga y de la tarde, más larga aún. No logré ver el campo comunal, pues
incluso las torres de las iglesias de Horsell y Chobham estaban ocupadas por
las...
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