Morir en vida
No estoy loca.
Ya sé que lo he dicho un millón de veces. A los doctores. A mis papás. A mis amigos. Pero lo tengo que seguir diciendo hasta que se me acabe la esperanza de que alguien me ayude. En estos momentos me encuentro en una celda de paredes acolchonadas, pensando en cómo se ha ido desvaneciendo lo poco que quedaba de mi cordura acerca de los acontecimientos que han pasado en losúltimos meses. Muy por encima de mi cabeza hay una ventanita por la que entra la luz del sol y algunos ruidos de la calle. Escribo esto con un lápiz que olvidó el doctor Gómez una vez y que pude esconder debajo de la almohada. Me ha tomado también varios días hacerme de algunas hojas viejas para tener papel en el cual relatarte mi historia. En cuanto termine, arrojaré mis escritos por la ventana.Tú, quien quiera que seas, amigo de la calle, los recogerás del suelo, los ordenarás, los llevarás a tu casa, los leerás con cuidado y, si decides creerme, me ayudarás. Tendrás la gentileza de venir al hospital, hablar con los doctores y decirles que no he inventado nada, Miércoles existe y si no acabo con él, tendrán que sacar mi cuerpo sin vida en unos cuantos días de aquí. Nunca estaré sola, nopuedo estar sola, él nunca me dejará sola.
Todo comenzó el 15 de octubre de 1994, —una fecha que recuerdo porque estaba grabada en la pulsera de identificación que me colocaron en la muñeca cuando estuve en el hospital— cuando Andrea me comentó acerca de una amiga que conoció por internet bajo el sobrenombre de Emily 54. Lo único cierto es que, en cuanto escuché su nombre por primera vez, mivida cambió para siempre.
- Alicia, tienes que venir a ver esto - dijo la voz de Andrea al teléfono.
- ¿Qué es?
- Es algo que me acaba de suceder por internet. Acabo de conocer a una tal Emily, y ella… me mostró… no te lo puedo explicar.
- Estoy haciendo la tarea de Matemáticas. O me dices de qué se trata o no voy.
- Pues no vengas.
Ojalá le hubiera hecho caso. Ojalá hubiera preferidoterminar mi tarea. Después de varios minutos de intentar concentrarme, acabé por rendirme. Agarré una chamarra y salí para su casa cruzando la calle.
- ¿De qué se trata? - le pregunté en cuanto me senté frente a la computadora a su lado.
No necesitó ni siquiera darme explicaciones. Lo que vi me puso los cabellos de punta.
En el monitor de su computadora estábamos nosotras mientras caminábamossobre el pavimento la tarde de ayer. Al parecer, era una fotografía tomada desde algún coche o algo parecido.
- ¡Pero…! ¿Cómo…? - intenté preguntar.
- Ni yo sé qué onda.
Asustada, escribí un correo a la famosa Emily preguntándole cómo nos había encontrado. Horas después, llegó un correo nuevo.
-Me da gusto por fin poder comunicarme con las dos, espero y pronto podamos conocernos en persona –dijo Emily en el primer correo.
- Esto no me está dando buena espina – habló Andrea, temblorosa.
Minutos después, recibimos otro correo.
- La respuesta a sus preguntas está en el ático -
Sentí como mi corazón se había parado por unos segundos. Emily o quién sea que fuera estaba en la casa.
- Tenemos que salir de aquí, ahora – Ordené.- No, no podemos dejar la casa. Toma algún objeto con el que puedas defenderte y vamos al ático – Dijo Andrea.
- ¿Acaso estás loca? ¡Hay un loco aquí dentro! – Grité, frenética.
- Vete. Iré sola, no me importa – contestó.
Rendida, tome una regla L de madera como las que usábamos en la escuela que estaba cerca de mí mientras Andrea llevaba unalámpara. Decididas a terminar con el miedo, nos dirigimos hacia el ático. Cuando entramos, sentía como mis manos comenzaban a sudar y mi respiración se volvía más agitada, mientras mi mente intentaba prepararse para lo peor que se nos pudiera presentar. Ahí fue, cuando por fin vimos a lo que se refería aquella Emily. Había un CD tirado en el piso, con el nombre de “Tenebrae Calanini” al centro...
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