Mubarak
Lo cierto es que el gobierno de Barack Obamaacompañó el proceso de crisis en Egipto desde el primer momento, sea a través de sus aparatos de inteligencia, sea desde el Pentágono, y lo hizo, fundamentalmente, a través del ejército egipcio.Recordemos que el ejército de este país sólo es superado por el ejército israelí en cuanto al monto de ayuda militar, y al igual que sus vecinos posee baterías antimisiles Patriot y ha comenzado lafabricación de tanques Abrams de última generación. En pocas palabras, el ejército egipcio ha sido equipado, entrenado y financiado por los Estados Unidos. Nada tiene, pues, de extraño que hayan sido lasfuerzas armadas egipcias las que se hagan cargo del país una vez depuesto Mubarak.
El “American script” constituye el itinerario político garantizado por el Alto Consejo de las Fuerzas Armadas de Egipto,encabezado por el ministro de defensa. Esta fórmula se resume en la manida frase esgrimida por los políticos occidentales respecto del futuro inmediato en el país del Nilo: una transición pacífica ycontrolada hacia una genuina democracia. Es demasiado prematuro para especular sobre la suerte de muchos personeros del “ancien régime”, incluidos Suleiman y el mismo Mubarak, cómplices tanto en laspolíticas represivas como en negociados que les enriquecieron.
Para el gobierno de los Estados Unidos, ésta es una inestimable oportunidad para demostrar a todo el mundo árabe que es posibleconstruir una democracia próspera en la región, más allá del evidente fracaso político en Irak y Afganistán. Una empresa nada fácil en un país que no ha conocido instituciones propiamente democráticas por...
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