Muebles "El Canario"
Felisberto Hernández
La propaganda de estos muebles me tomó desprevenido. Yo había ido a pasar un mes de
vacaciones a un lugar cercano y no había querido enterarme de lo que ocurriera en la
ciudad. Cuando llegué de vuelta hacía mucho calor y esa misma noche fui a una playa.
Volvía a mi pieza más bien temprano y un poco malhumorado por lo que me había
ocurrido en eltranvía. Lo tomé en la playa y me tocó sentarme en un lugar que daba al
pasillo. Como todavía hacía mucho calor, había puesto mi saco en las rodillas y traía los
brazos al aire, pues mi camisa era de manga corta. Entre las personas que andaban por el
pasillo hubo una que de pronto me dijo:
-Con su permiso, por favor...
Y yo respondí con rapidez:
-Es de usted.
Pero no sólo no comprendí lo quepasaba sino que me asusté. En ese instante ocurrieron
muchas cosas. La primera fue que aun cuando ese señor no había terminado de pedirme
permiso, y mientras yo le contestaba, él ya me frotaba el brazo desnudo con algo frío
que no sé por qué creí que fuera saliva. Y cuando yo había terminado de decir "es de
usted" ya sentí un pinchazo y vi una jeringa grande con letras. Al mismo tiempo una
gordaque iba en otro asiento decía:
-Después a mí.
Yo debo haber hecho un movimiento brusco con el brazo porque el hombre de la jeringa
dijo:
-¡Ah!, lo voy a lastimar... quieto un...
Pronto sacó la jeringa en medio de la sonrisa de otros pasajeros que habían visto mi
cara. Después empezó a frotar el brazo de la gorda y ella miraba operar muy
complacida. A pesar de que la jeringa era grande, sóloechaba un pequeño chorro con un
golpe de resorte. Entonces leí las letras amarillas que había a lo largo del tubo: Muebles
"El Canario". Después me dio vergüenza preguntar de qué se trataba y decidí enterarme
al otro día por los diarios. Pero apenas bajé del tranvía pensé: "No podrá ser un
fortificante; tendrá que ser algo que deje consecuencias visibles si realmente se trata de
unapropaganda." Sin embargo, yo no sabía bien de qué se trataba; pero estaba muy
cansado y me empeciné en no hacer caso. De cualquier manera estaba seguro de que no
se permitiría dopar al público con ninguna droga. Antes de dormirme pensé que a lo
mejor habrían querido producir algún estado físico de placer o bienestar. Todavía no
había pasado al sueño cuando oí en mí el canto de un pajarito. No tenía lacalidad de
algo recordado ni del sonido que nos llega de afuera. Era anormal como una enfermedad
nueva; pero también había un matiz irónico; como si la enfermedad se sintiera contenta
y se hubiera puesto a cantar. Estas sensaciones pasaron rápidamente y en seguida
apareció algo más concreto: oí sonar en mi cabeza una voz que decía:
-Hola, hola; transmite difusora "El Canario"... hola,hola, audición especial. Las
personas sensibilizadas para estas transmisiones... etc., etc.
Todo esto lo oía de pie, descalzo, al costado de la cama y sin animarme a encender la
luz; había dado un salto y me había quedado duro en ese lugar; parecía imposible que
aquello sonara dentro de mi cabeza. Me volví a tirar en la cama y por último me decidí a
esperar. Ahora estaban pasando indicaciones apropósito de los pagos en cuotas de los
muebles "El Canario". Y de pronto dijeron:
-Como primer número se transmitirá el tango...
Desesperado, me metí debajo de una cobija gruesa; entonces oí todo con más claridad,
pues la cobija atenuaba los ruidos de la calle y yo sentía mejor lo que ocurría dentro de
mi cabeza. En seguida me saqué la cobija y empecé a caminar por la habitación; esto mealiviaba un poco pero yo tenía como un secreto empecinamiento en oír y en quejarme de
mi desgracia. Me acosté de nuevo y al agarrarme de los barrotes de la cama volví a oír
el tango con más nitidez.
Al rato me encontraba en la calle: buscaba otros ruidos que atenuaran el que sentía en la
cabeza. Pensé comprar un diario, informarme de la dirección de la radio y preguntar qué
habría que hacer...
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