muerte y plenitud

JUAN LUIS RUÍZ DE LA PEÑA

LA MUERTE, FRACASO Y PLENITUD
¿Qué piensa el hombre de nuestros días sobre la muerte? ¿Cómo la
afronta? ¿En qué medida se siente cuestionado por ella? ¿Con qué
respuestas cuenta para establecer su sentido? A estas preguntas se
propone responder el autor del presente artículo, uno de los teólogos
que más profundamente ha planteado los interrogantes que la muerteproyecta sobre la vida y los ha vivido en su propia muerte. Para él, no
existen dos teologías —una sobre la vida y el más acá y otra sobre la
muerte y el más allá—.Vida y muerte están mutuamente imbricadas.
Y por esto han de ser pensadas conjuntamente.
La muerte, fracaso y plenitud, Sal Terrae 85 (1997) 91-103.

Si Dios es quien dice ser, si Dios
es el amigo fiel del hombre, si Dios
hacreado al hombre por amor y
para la vida, Dios no puede ser vencido por la muerte ni puede contemplar impasible la muerte de su
amigo.
Hoy la muerte está siendo objeto de todo tipo de silencios y
pretericiones. Y, sin embargo, ella
está ahí, omnipresente y humana.
Tan humana que Edgar Morin ha
podido escribir que ella distingue al
hombre del animal más nítidamente aún que el utensilio, elcerebro o
el lenguaje. Nada tiene, pues, de
extraño que, tras ese breve paréntesis de olvido sistemático, filósofos y antropólogos vuelvan a interesarse sobre la muerte.
Pero con un sesgo distinto: el
discurso actual sobre la muerte
se ha desvinculado del discurso
sobre la inmortalidad. Tradicionalmente, la filosofía de la muerte
era una filosofía sobre la inmortalidad. Hoy la muerte esabordada

en sí misma y por sí misma o en
su relación con la vida, no como
simple pórtico de una eventual
sobre-vida.
Como punto de partida de
mis reflexiones voy a tomar la
ruptura que introdujo Feuerbach
entre muerte e inmortalidad y la
recuperación de esa idea con
Max Scheler.A partir de ahí intentaré una síntesis de lo que el pensamiento contemporáneo está
dando de sí en su indagaciónsobre el tema. No me referiré directamente a la actitud sociológicamente imperante hoy ante la
muerte. Baste señalar el contraste entre la atención que los profesionales del pensamiento dedican al tema y el desentendimiento que parece reinar a nivel de
calle sobre la cuestión. Sólo al final, como término de mi exposición, aludiré a la respuesta cristiana al problema, que enuncia el último artículodel credo: «Espero
la resurrección de los muertos y
la vida del mundo futuro».
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Quiebra de la idea de inmortalidad
La creencia en la inmortalidad,
que Occidente recibió de los
griegos, dominó durante, al menos, dieciocho siglos. Este consenso secular se rompe en el siglo XIX por obra, sobre todo, de
Feuerbach. Esta ruptura alcanza
hoy proporciones espectaculares:
el hombre actuales prevalentemente escéptico respecto a la
posibilidad de sobrevivir a la
muerte.
¿Cómo se ha llegado a esta
quiebra de la idea de inmortalidad? Para Feuerbach, la tesis de la
inmortalidad descansa sobre el
dualismo antropológico almacuerpo, inaceptable porque la
afirmación de una entidad espiritual es incompatible con la concepción materialista y porque al
binomio alma-cuerpocorrespondería el binomio cielo-tierra, con
la consiguiente depreciación de la
tierra respecto al cielo.
En La esencia del cristianismo
afirma Feuerbach: «Si mi alma
pertenece al cielo, ¿cómo puedo
yo pertenecer con el cuerpo a la
tierra?». La inmortalidad funcionaría como piadosa coartada
para toda clase de evasionismos.
Si se quiere devolver al hombre el
gusto por la tierra, es preciso renunciar alcielo. Sólo entonces la
humanidad se concentrará en sí
misma y en su mundo del presente.Y añade: «Tu creencia en la inmortalidad es solamente verdadera y auténtica cuando crees en
la eterna juventud de la humanidad». Por el contrario, el individuo es constitucionalmente mor290

Juan Luis Ruíz de la Peña

tal, y todo el talento vanamente
derrochado por los filósofos en
probar su...