Muerte
Iba a morirme, naturalmente la muerte ya no era asunto ajeno, un problemade otros, ni tampoco una ley general que me alcanzaría cuando fuese mayor, es decir: cuando fuese otro. Cuando llegase mi muerte seguiría siendo yo, tan solo yo mismo como ahora pero ¿no era el darmecuenta de que iba a morirme – yo, yo mismo-también parte de mi propia muerte?
Antes había visto ya mi primer cadáver “se ha ido al cielo “me dijo mi madre y yo pensé “bueno, estará en el cielo,pero también esta aquí, muerto” lo que desde luego no esta vivo en ninguna parte. Los espíritus también están muertos, también han tenido que padecer la muerte extraña y horrible, aun lo padecen.
Laconciencia de la muerte nos hace madurar personalmente: todos los niños se creen inmortales pero luego crecemos cuando la idea de la muerte crece dentro de nosotros. Por otro lado, la incertidumbrepersonal de la muerte nos humaniza, es decir nos convierte en verdaderos humanos, en “mortales”; no es mortal quien muere, sino quien esta seguro de que va a morir, en eso precisamente consiste la vida.Uno empieza a pensar en la vida cuando se da por muerto, es la conciencia de la muerte la que convierte la vida en un asunto muy serio para cada uno, algo misterioso y tremendo, una especie demilagro precioso por el que debemos luchar, a favor del cual tenemos que esforzarnos y reflexionar. De modo que la muerte no solo es necesaria sino que resulta el prototipo mismo de lo necesario en nuestravida, la muerte resulta absolutamente personal e intransferible: nadie puede morir por otro, mi muerte o la de otro, siempre lleva nombre y apellidos insustituibles. Por es la muerte es lo másindividualizador y a la vez lo más igualitario: en ese trance, nadie es mas ni menos que nadie, sobre todo nadie puede ser otro del que es. Al morir, cada cual es definitivamente el mismo y nadie más. Lo...
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