Muerte

Páginas: 7 (1519 palabras) Publicado: 22 de enero de 2013
La muerte
[Cuento. Texto completo]Enrique Anderson Imbert |
La automovilista (negro el vestido, negro el pelo, negros los ojos pero con la cara tan pálida que a pesar del mediodía parecía que en su tez se hubiese detenido un relámpago) la automovilista vio en el camino a una muchacha que hacía señas para que parara. Paró.-¿Me llevas? Hasta el pueblo no más -dijo la muchacha.-Sube -dijo laautomovilista. Y el auto arrancó a toda velocidad por el camino que bordeaba la montaña.-Muchas gracias -dijo la muchacha con un gracioso mohín- pero ¿no tienes miedo de levantar por el camino a personas desconocidas? Podrían hacerte daño. ¡Esto está tan desierto!-No, no tengo miedo.-¿Y si levantaras a alguien que te atraca?-No tengo miedo.-¿Y si te matan?-No tengo miedo.-¿No? Permíteme presentarme-dijo entonces la muchacha, que tenía los ojos grandes, límpidos, imaginativos y enseguida, conteniendo la risa, fingió una voz cavernosa-. Soy la Muerte, la M-u-e-r-t-e.La automovilista sonrió misteriosamente.En la próxima curva el auto se desbarrancó. La muchacha quedó muerta entre las piedras. La automovilista siguió a pie y al llegar a un cactus desapareció.FIN |
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La muerte robó loszapatos de Dios
 
La muerte robó los zapatos de Dios
Le quedaban grandes y los usaba de todas formas
los lustraba ceremoniosamente antes de salir
y había dejado escrito en su diario de vida
Quiero morir con los zapatos puestos
Ni siquiera se los quitaba cuando dormía
Cuando se daba un baño de tina
esos zapatos burbujeaban como si hablaran
como si Dios enviara recados del otro mundo
entoncesla muerte los acercaba a su oído
y las cosas que escuchaba la hacían llorar

" La Muerte Definitiva de Pedro el Largo "
ORIGENES
las chinas en el fondo del río, lisas, peladas, pulidas, y el agua las lava, las recorre con esa pequeña rapidez que ella misma se conoce, de dónde salieron estas piedras eternamente lavándose en el Guaso, de qué arenas salieron; no hay aires para contarlas, no haysol que las señale, no hay voz que me dicte cuáles son sus moléculas exactas, apretadas, apretadas hasta la asfixia para hacerse dureza, pero yo sí sé de yo, de mí, de estas botas toscas que me lame el Guaso, las suelas pegadas a las chinas, el agua a la altura del tobillo, y mis manos sobre las rodillas, como me las puso van Gogh cuando nací en una de mis tantas, en el grafito de su lápiz, parallorar sentado en una silla, eternamente inclinado hacia su firma, Vincent; en qué momento salté a este pequeño mogote del Guaso para nacer sentado, en mis sesenta y cinco años, colgándome una piel durazno para tapar el oficio de la sangre, para cubrir el azulejo de las venas, con la libertad rebelde de calzarme la tela azul de los trabajadores, el azul mojándose en los bordes, a la altura deltobillo, el azul descansando en el pequeño mogote de piedra, el azul cubriendo el sexo que presiento disecado, el azul abrazándome el pecho, la espalda, el contorno de los brazos, y ya soy colores, y sigo desobedeciendo, desobedeciéndote, van Gogh, y levanto un poco la cabeza, las manos ahora colocadas a cada lado de las comisuras de los labios, para dejar los ojos libres, para que quedes allí, oldman grieving, hombre de grafito, y en mi piel durazno, inmóvil, los ojos libres para ver pasar el universo nadie sabía de dónde había salido Pedro el Cojo, Matei, con su eterno deambular y sus ojos voraces de espacio; le decían Pedro el Cojo por acomodar la costumbre de un apodo y éste fue puesto a la ligera, por decirle algo, porque en realidad, sus piernas largas, larguísimas, eran del mismotamaño; lo seguían siempre a Pedro una bandada de niños descamisados, algunos con enormes ombligos protuberantes; lo seguían hasta el río Guaso pero siempre guardando una distancia por aquel temor de romper la Sombra del Viejo Tranquilamente Desesperado, o tal vez por temor a que el viejo no fuera un ser real, sino algo inexplicablemente movible y deambulador del cual decían algunos, que los pelos...
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