Muestrame tu rostro

Páginas: 6 (1267 palabras) Publicado: 17 de septiembre de 2010
MUÉSTRAME TU ROSTRO
Hacia la intimidad con Dios. Ignacio Larrañaga

“Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio y lo guardaré conmigo.
Y esperaré quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi cabeza.
Vendrá sin duda la mañana y se desvanecerá la sombra. Y tu voz se derramará por todo el cielo en arroyos de oro.
Y tus palabras volarán cantando de cada uno demis nidos.
Y tus melodías estallarán en flores por mis profusas enramadas.” R. Tagore

CONTEXTO

«Hoy el mundo necesita más que nunca de una vuelta a la contemplación... El verdadero profeta de la Iglesia del futuro será aquel que venga del "desierto" como Moisés, Elías, el Bautista, Pablo y sobre todo Jesús, cargados de mística y con ese brillo especial que sólo tienen los hombresacostumbrados a hablar con Dios cara a cara» (A. Hortelano).

CAPÍTULO 1. Reflexiones sobre ciertas “Constantes de la Oración”

Cuando hablamos aquí de orar, lo entendemos en el sentido en que lo vamos a hacer a lo largo de este libro: un trato afectuoso a solas con el Dios que sabemos nos ama; un avanzar, en la intersubjetividad íntima y profunda, en y con el Señor que se nos ofrece como compañero devida.

Cuanto más se ora, más se quiere orar

A nivel espiritual el hombre es, según el pensamiento de san Agustín, como una saeta disparada hacia un Universo (Dios) que, como un centro de gravedad, ejerce una atracción irresistible sobre él, y cuanto más se aproxima a ese Universo, mayor velocidad adquiere. Cuanto más se ama a Dios, más se le quiere amar. Cuanto más se trata con El, más ganasentran de tratarlo. La velocidad hacia El está en proporción a la proximidad de Él. Sin darnos cuenta, debajo de todas nuestras insatisfacciones corre una corriente que se dirige hacia el Uno, el único Uno capaz de concentrar las fuerzas del hombre y de aquietar sus quimeras.

«Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma tiene sed de ti, mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca,agotada, sin agua» (Sal: 62).

Existe la ley del entrenamiento, ley válida para los deportes atléticos, y válida también para los deportes del espíritu: cuanto más entrenamiento se hace, más o mejores marcas se pueden batir.

Asimismo, llevamos en el alma capacidades espirituales que eventualmente pueden estar dormidas por falta de entrenamiento. Dios ha depositado en el fondo de nuestra vida ungermen que es un don-potencia, capaz de una floración admirable.
Cualquiera que haya tratado entrañablemente con el Señor a solas durante unos cuantos días, una vez regresado a la vida ordinaria un nuevo peso lo arrastrará al encuentro con Dios con nueva frecuencia; los rezos y los sacramentos serán un festín porque ahora los siente «llenos» de Dios.

Si somos sinceros, si miramos sin pestañearnuestra propia historia con Dios, habremos experimentado que Dios es como una sima que arrastra y cautiva y que cuanto más nos aproximamos a ella más nos cautiva y embriaga.

Cuanto menos se ora, menos ganas de orar

Existe en la fisiología una enfermedad llamada anemia. Es una enfermedad particularmente peligrosa porque no produce síntomas espectaculares, y la muerte llega por el camino delsilencio, sin espasmos. Consiste en esto: cuanto menos se come, menos ganas se tiene de comer; cuantas menos ganas de comer, menos se come, y sobreviene la anemia aguda. Así se abre y se cierra un círculo, el círculo de la muerte.

En la vida interior se repite el mismo ciclo. Se comienza por abandonar el hecho de la oración por razones válidas, a lo menos aparentemente válidas. De esta maneracomienza a entrar en el interior del hermano, como una lenta noche, la dificultad para centrarse en lo Uno y Único. Cuanto mayor va siendo la dispersión interior, no faltarán nuevos motivos para abandonar el trato con Dios. Se va debilitando el gusto por Dios en la medida en que crece el gusto por la multiplicidad dispersa (personas, acontecimientos, sensaciones fuertes); comienza a declinar el...
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