Mujer
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”
Éxodo 20: 17
Para comenzar, me referiré primeramente a la cita que elegí dada su peculiar forma
de ver a la mujer: como un objeto.
Este pasaje de la biblia nos habla de la mujer como un objeto propiamente tal, como
una “cosa” que es comparable con animales y hasta objetos inertes; un objeto que
le pertenece a alguien (en este caso al hombre). Esta visión en desmedro de la
mujer se debe seguramente a la culpabilidad que le otorga la religión (al menos
cristiana) al género femenino, dado el mito de la creación y el jardín del Edén: la
mujer es la culpable de que el hombre cayera en la tentación y, producto de esto,
ambos fueran expulsados del paraíso.
Para una sociedad con fuertes pilares religiosos desde hace siglos, los dichos de la biblia parecían ser ley, dejando así, las bases por lo menos religiosas del machismo.
Ya entrando de lleno al tema, decir que la sociedad europea del siglo XIX tiene un fundamento social en el cual prevalece la imagen del hombre, estaría correcto.
Esta situación globalizada deja mucho que desear si la analizamos desde un punto
de vista actual, ya que establecer diferencias y discriminar por género, opción sexual, etc., son cosas que han ido quedando en el pasado.
Si nos remontamos a la época de finales de siglo XIX, vemos como ciertos
organismos se hacen cargo de esta temática; esta injusticia social donde el rol de la
mujer es la de encargarse de las labores domésticas, la educación de los hijos o
cualquier labor que por ...
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