Murakami Haruki La Caza Del Carnero Salvaje Pdf

Páginas: 428 (106975 palabras) Publicado: 16 de junio de 2015
HARUKI MURAKAMI

La caza del carnero
salvaje

Haruki Murakami (Kobe, 1949) estudió teatro clásico griego en
la universidad de Waseda; después dirigió un club de jazz hasta
1981, fecha en la que publicó su tercera novela, La caza del
carnero salvaje, que obtuvo el premio Noma para nuevos
narradores y le lanzó internacionalmente. Desde entonces se
dedica exclusivamente a escribir; ha publicadotres novelas más,
de las que se han vendido millones de ejemplares, y ha
recibido, el premio Tanizaki, convirtiéndose en el escritor más
prestigioso de su generación. Paralelamente ha traducido al
japonés obras de Scott Fitzgerald, Raymond Carver y John Irving,
entre otros.

I. 25 DE NOVIEMBRE DE 1970

1.LA EXCURSIÓN DEL MIÉRCOLES POR LA TARDE
Lo supe gracias a la llamada -de un amigo, quecasualmente se enteró por
el periódico de que ella había muerto. Me leyó despacio el artículo —un simple
párrafo en un diario matutino— por teléfono. Un articulillo de nada. Y con
toda la pinta de ser un ejercicio de práctica encargado a un periodista novato,
recién salido de la universidad.
En el día tal del mes tal, en cierto barrio de la ciudad, un camión,
conducido por fulanito de tal, habíaatropellado a una mujer. El chófer, en fin,
quedó a disposición judicial para aclarar sus posibles responsabilidades.
Aquello sonaba como esos resúmenes informativos tipo telegrama que
aparecen en la primera plana de algunos periódicos.
—¿Y dónde será el entierro? —le pregunté a mi amigo.
—¡Qué sé yo! —me contestó—.. ¿Tú crees que esa chica tenía casa y
familia?
Naturalmente, las tenía.
Ese mismo díallamé a la policía para informarme del domicilio familiar
de la joven y su teléfono. Acto seguido, telefoneé para preguntar a sus
familiares la fecha del entierro. Como dice el refrán, el que la sigue la consigue.
Su casa estaba en uno de los arrabales de Tokio. Desplegué el plano —
distribuido por distritos— de la ciudad, y con un bolígrafo rojo marqué la
situación del edificio. Ciertamente, setrataba de uno de los suburbios más
degradados de Tokio. Las líneas de metro, de ferrocarril y de autobús se
entramaban y se superponían como una desquiciada tela de araña, e
incontables albañales fluían entre un laberinto de callejas, dejando el terreno
tan arrugado como la corteza de un melón

El día del entierro tomé un tranvía en la parada de la Universidad
Waseda. Me apeé poco antes del finalde la línea, y allí eché mano de mi plano
por distritos de Tokio. Pero el tal plano me fue tan útil como un globo
terráqueo. Así que para llegar a la casa opté por pararme a cada momento a
comprar tabaco y preguntar de paso por el camino.
La casa era una vieja construcción de madera rodeada por una cerca de
color ocre. Pasada la cancela, a mano izquierda se extendía un jardincito tan
estrechoque no pude menos que preguntarme para qué diablos serviría. Allí,
en un rincón, yacía abandonado un viejo e inútil brasero de arcilla, en el
interior del cual había casi un palmo de agua de lluvia. La tierra del jardín era
oscura y estaba sumamente húmeda.
Quizá porque ella se había marchado de casa a los dieciséis años, el
entierro se celebró en la más estricta intimidad. Los allí presentes eranen su
casi totalidad parientes ya mayores; el hombre que se ocupaba del ceremonial,
de poco más de treinta años, debía de ser hermano o cuñado de la difunta.
Su padre era un hombre achaparrado, cincuentón, que vestía traje negro
y llevaba un brazalete blanco de duelo. Permanecía de pie junto a la puerta,
prácticamente inmóvil. Su figura me recordó el lustroso asfalto de una carretera
tras el pasode una riada.
Al marcharme, me incliné ante él en silencio. Y él me respondió con una
muda inclinación.
***
La conocí en el otoño de 1969. Entonces yo tenía veinte años y ella
diecisiete. Cerca de la universidad había una pequeña cafetería donde solía
citarme con mis amigos. No era nada del otro mundo, pero los asiduos
sabíamos que allí escucharíamos rock duro mientras bebíamos un café...
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