Mural Mexicano

Mural mexicano / Por Arq. Facundo S. López


México no es de esas ciudades a las que uno va descubriendo lentamente, cuando anda buscando en sus rincones secretos, invirtiendo horas en cafés y plazas. México entra de golpe, con toda la potencia de su cultura híbrida, de su contraste de colores. De golpe, al llegar al Zócalo y no hay más opción que contener por instantes milenarios larespiración, cuando el pasado, cuando la gente, cuando el aroma se meten, estés buscándolo o no.
Ves a la señora que te ofrece sus colorados chapulines en una bolsita de plástico con salsa a elección –agrios animalitos que solo visitantes temerarios pueden probar–; te llega el olor a incienso de copal que queman los danzantes prehispánicos que aquí o allá bailan un poco para el turismo, pero otro tantopara ellos mismos, felices y orgullosos herederos de una tradición mexicana que encuentra sus raíces mucho antes de la conquista. Y es difícil encontrar al Zócalo vacío. Siempre hay allí algo, además de mucha gente.
Parece que los veinte millones de chilangos, habitantes de la Ciudad de México están siempre allí, haciendo uso de ese enorme espacio urbano, tan lleno de significados. Y siempre hayalguna carpa, algún escenario, alguna feria, alguna movilización política; hasta un torneo mundial de fútbol para homeless o la Expofraude que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador montó en agosto pasado para denunciar la compra de votos que selló la victoria de Enrique Peña Nieto en las últimas elecciones.

Las mañanas de la Guadalupe
Más impactante todavía es llegar un 11 de diciembre–víspera del día de la Virgen de Guadalupe– al cerro del Tepeyac, lugar de la aparición de la figura que da origen a la –quizás– máxima devoción del mundo católico en la actualidad después del Papa de Roma y seguro primera en Latinoamérica. Desde todo México llegan los peregrinos, ocupan las calzadas de las principales vías de acceso a la ciudad y ese día –también algunos otros...– el DistritoFederal colapsa. Se escuchan aquí y allá los cohetes que lanzan las caravanas que van llegando por Calzada de Tlalpan desde el Sur, por la carretera a Puebla desde el Oriente o a Toluca desde el Poniente. Desde las ciudades cercanas del Estado de México, el anillo que conurba a la Capital a la manera de nuestro Gran Buenos Aires llegan también centenares de peregrinos. La Calzada de los Misterios, casiya llegando a la Villa de Guadalupe, es la recta final para esos casi nueve millones de visitantes que recibe la Virgen en los días cercanos al 12 de diciembre. Van caminando, corriendo o de rodillas y grupos de voluntarios se encargan de darles comida y alentarlos en el último tramo del calvario. Finalmente llegan y se les ve en la cara el júbilo y también el alivio: han cumplido su promesa.Algunos son atendidos por médicos que les curan los pies ampollados o las rodillas ensangrentadas. Y allí se buscan su lugar en ese inmenso atrio; su parcelita donde pasar la noche en ese gran campamento de refugiados en que parece convertirse el sitio.
Da la sensación de que esa gran plaza jamás pueda llenarse pero se llena. Y a los que van llegando más tarde se les hace difícil encontrar sulugar. Ya han entrado en la Basílica, edificio construido en los ‘70 junto a la vieja iglesia por el gran arquitecto del Estado mexicano de la segunda década del siglo XX, Pedro Ramírez Vázquez. El edificio fue construido para albergar la imagen de la Virgen –antes alojada en el templo contiguo de las Capuchinas, construido en el siglo XVIII–. Ramírez Vázquez, autor también del Museo Nacional deAntropología y el Estadio Azteca, proyectó la nueva Basílica para poder acoger al creciente número de visitantes y parece ser una lección de arquitectura religiosa, pensada para su uso intenso. El movimiento de la gente a través del deambulatorio es apenas apurado por voluntarios que invitan a seguir avanzando. Todos quieren ver por esos segundos la imagen de la Virgen y sacarle fotos y pedir o...