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La propiedad
Claudia Dain

Traducción de Iolanda Rabascall

Título original: The Holding
Copyright © 2003 by Claudia Dain
Primera edición: noviembre de 2010
© de la traducción: Iolanda Rabascall
© de esta edición: Libros del Atril, S.L.
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ISBN: 978-84-92617-66-1
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A Patience, que se emocionó con la historia;
A Natasha, que creyó en ella;
A Alicia, que la editó.
A todas vosotras, mi más sincero agradecimiento.

—

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¿ESTÁIS LIMPIA, MI SEÑORA?

Estás temblando —le dijo él en un susurrogutural.

—

Era cierto. Cathryn era presa de un temblor que nacía en
el centro de su ser y se dispersaba por todo su cuerpo; pero se
negaba a admitir que la causa fueran sus caricias.
—Es que estoy helada; hace rato que se ha enfriado el
agua.
William no pensaba aceptar aquella excusa.
—Sin embargo tú no te has enfriado. —Y con su mano la
sujetó con gentileza por la barbilla para queno pudiera zafarse de su penetrante mirada—. Tu piel está tan caliente como
una espada expuesta al sol.
Sin ninguna palabra de aviso de sus intenciones, William
la sacó en brazos de la bañera y la depositó en el suelo rugoso.
Las gotas de agua resbalaban por el cuerpo de Cathryn y mojaban las tablas de madera. Con movimientos enérgicos, empezó a secarla, y la toalla quedó rápidamente empapada.Cathryn se sentía embriagada por el agua tibia, la proximidad al fuego, el maravilloso escalofrío de aquel baño relajante… ¿O quizá era por las manos tibias de William, la proximidad a él, la deliciosa sensación que notaba cuando él le frotaba
los pezones erectos? No estaba segura, pero no se sentía con
fuerzas para permanecer de pie.
William la sostuvo unos momentos entre sus brazos, con
sucuerpo pegado al de ella, y luego se apartó un poco para
estrecharla por la cintura y escrutar sus bellos ojos oscuros.
—¿Estáis limpia, mi señora? —le preguntó. Sus ojos también habían adoptado un oscuro matiz.
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Capítulo uno
Inglaterra
Invierno de 1155

W illiam le Brouillard, el nuevo lordde Greneforde, no esta-

ría satisfecho con su recompensa, en absoluto. Eso fue lo primero que Kendall pensó al contemplar las tierras de su señor.
Kendall tiró de las riendas para detener al caballo y echó un
vistazo a su alrededor mientras exhalaba despacio. Diecinueve
años de guerra habían pasado factura a la propiedad que William
se había ganado a pulso.
Los campos, que deberían estarsembrados y en buen estado, ofrecían un aspecto baldío, con la tierra quemada y salpicada de plántulas de roble y cicuta que pugnaban por sobrevivir. El bosque iba ganando terreno a los campos arrasados.
Aquel bosque que antaño había sido diligentemente dominado
y contenido hasta los confines de los campos, avanzaba ahora
implacable, invadiendo las tierras que deberían haber constituido laprincipal fuente de alimentos de Greneforde. Aquel
invierno no habría cosecha de maíz. Kendall notó la fría dentellada de una fuerte ráfaga de viento en la cara, y su estómago protestó ruidosamente ante el asalto inesperado; sin lugar
a dudas, aquélla sería una estación llena de penurias.
Seguido de cerca por su señor, Kendall se estremeció al no
ver ninguna choza. ¿Dónde estaban los labriegos?...