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Páginas: 14 (3494 palabras) Publicado: 18 de noviembre de 2012
La leyenda del Rey Errante – Ediciones SM, 2003

Hubo una vez una época, antes de Mahoma y el Islam, en que Arabia fue tierra de
misterio y leyenda. En aquella era, que los árabes llaman yahiliyya o “tiempo de ignorancia”,
todo era posible, porque no había más reglas que las del honor y el amor, que a menudo la s
rompen todas. Entonces las ciudades apenas eran aldeas grandes junto a losoasis; los djinns,
espíritus elementales del desierto, podían sorprender al viajero incauto en cualquier recodo;
toda la tierra poseía una magia especial, y sólo había tres cosas que los árabes valoraran por
encima de sus creencias personales: el amor, el honor y la poesía.
En aquella época mítica existió una vez un hombre del cual hoy no quedan más que
retazos de confusas leyendas, un hombre queemprendió una búsqueda épica y que fue llamado,
por diversas razones, “el Rey Errante”.
He aquí su historia.

© Laura Gallego García

La leyenda del Rey Errante – Ediciones SM, 2003

PRÓLOGO: EL CONDENADO

El suluk desmontó con un ágil salto y desenvainó la espada. Parecía dispuesto a luchar
si era necesario, pero Walid no hizo ademán de intentar defenderse; al contrario, aguardaba depie, en calma, la llegada de la muerte.
—Juré que te mataría si volvías a cruzarte en mi camino —dijo el suluk.
—Lo recuerdo —asintió Walid—, y acepto mi destino.
—No sabría decir de ti si eres un hombre valiente o estás rematadamente loco —le dijo
aquel que había venido a matarlo.
—Tal vez ambas cosas—repuso Walid.
El otro no hizo más comentarios, aunque parecía algo desconcertado ante laextraña
actitud de Walid. Alzó la espada sobre su víctima, que no se movió.
Los ojos de ambos se encontraron. Los del jinete mostraban un brillo acerado que Walid
conocía muy bien.
La hoja de la espada relució un momento bajo el abrasador sol del desierto.
Casi inmediatamente, Walid vio cómo el acero descendía sobre él hasta clavarse en su
pecho con un golpe certero, sintió un furioso yprofundo dolor y notó que su fuerza vital se
escapaba de su cuerpo, gota a gota. Mientras caía sobre la arena aferrándose la herida sangrante
del pecho con sus manos desnudas, toda su existencia pasó ante sus ojos como si volviese a
vivirla. Volvió a ver el palacio donde había nacido y pasado su infancia, un palacio de altas
murallas en Dhat Kahal, la ciudad de las siete torres, un pequeñoenclave verde en medio de un
desierto que parecía infinito; un palacio en el que se había forjado su gloria, su leyenda y su
desgracia…

© Laura Gallego García

La leyenda del Rey Errante – Ediciones SM, 2003

CAPÍTULO I: EL PRÍNCIPE

Todos decían que Walid ibn Huyr, príncipe de Kinda, había sido tocado por un djinn en
el momento de su nacimiento. No sólo era hermoso y bello de cuerpo ysemblante, sino también
de alma. Generoso como un torrente de aguas desbordadas, no escatimaba recursos a la hora de
complacer a su amado pueblo, al que trataba con magnanimidad y justicia. Gentil y elegante, era
el cortesano perfecto; conocedor de varias lenguas, d otado de un gran tacto y una diplomacia
verdaderamente dignos de admiración, tanto cuando actuaba de embajador como cuando ejercíade anfitrión de mandatarios de los más alejados países, Walid ibn Huyr manejaba la política con
sutileza e inteligencia.
¿Y qué decir de sus aptitudes como guerrero? Montaba a caballo como si no hubiese
nacido para otra cosa, y su habilidad con la espada era proverbial. Cabalgaba a través del
desierto como un rayo cruzando el cielo estrellado para defender sus tierras contra l os
saqueadores olos guerreros de los reinos rivales. En plena batalla Walid era, como solían decir
los que alguna vez lo habían visto en semejante trance, un león magnífico e indomable.
Todo ello lo aderezaba con unos insaciables deseos de saber. Por tal motivo, Walid ibn
Huyr leía y escribía en los tiempos en que aquello era todavía extraño, y había reunido en su
palacio una nada desdeñable biblioteca que...
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