Nada
Querido diario:
Ha sido una semana pesada, llena de exámenes ya que estamos a punto de salir de vacaciones, y para salir de la rutina entré a un curso de literatura que seimpartió dentro de la misma preparatoria al terminar las clases. Digamos que la emoción que sentí al pensar que ésa era mi vocación me hizo inscribirme, pero durante el curso sentía que no pertenecía a éselugar, todos escribían con una facilidad que envidiaba, mientras que yo me sentía impotente, incapaz, al tratar de escribir algo, y si llegaban largos momentos de fluidez me sentía bien, pero despuésllegaba un bloqueo al no encontrar una palabra que pudiera continuar con mi idea, entraba en pánico al no poder expresarme claramente, y mi frustración incrementaba al ver que nadie parecía tener unproblema al escribir. Si ellos ya sabían escribir perfectamente, ¿qué hacían ahí? ¿Sólo presionar a la gente que no tiene la misma facilidad como yo? Más bien era… ¿Qué hacía yo ahí? Si parecía nopertenecer y mucho menos encajar.
Días después de que terminó el curso, (ya que sólo duro una semana) nos invitaron a participar en un concurso, casi era algo obligatorio, o más bien un compromiso porhaber formado parte del curso, así que, aunque no quería, tuve que participar. En realidad sí quería, de cierta manera me emocionaba el poder mostrar lo que yo sabía, y no me importaba nada, no meimportaba ganar, sólo quería demostrarme a mí misma de lo que era capaz en ese ámbito. Y el resultado fue agradable para mí, pero no para los jueces. Fue deprimente la situación en la que me vi implicada,éramos pocos concursantes y varios premios, fueron tres premios para los primeros lugares, y siete reconocimientos para los siguientes lugares… ¡y no estuve entre ellos!
Creo que no hay peor manerade desanimarte que sintiéndote inservible en algo que suponías era tu vocación.
Por un momento creí que de verdad era lo mío, pero me quedó muy claro que no.
“Cada fracaso supone un capítulo más...
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