Nada
comportarnos en sociedad: qué creer y qué no creer; qué es aceptable y qué no lo es; qué es bueno y qué es
malo; qué es bello y qué es feo; qué es correcto y qué es incorrecto. Ya estaba todo allí: todo el conocimiento,
todos los conceptos y todas las reglas sobre la manera de comportarse en elmundo.
Cuando íbamos al colegio, nos sentábamos en una silla pequeña y prestábamos atención a lo que el
maestro nos enseñaba. Cuando Íbamos a la iglesia, prestábamos atención a lo que el sacerdote o el pastor
nos decía. La misma dinámica funcionaba con mamá y papá, y con nuestros hermanos y hermanas. Todos
intentaban captar nuestra atención. También aprendimos a captar la atención de otros sereshumanos y
desarrollamos una necesidad de atención que siempre acaba siendo muy competitiva. Los niños compiten por
la atención de sus padres, sus profesores, sus amigos: «¡Mírame! ¡Mira lo que hago! ¡Eh, que estoy aquí!».
La necesidad de atención se vuelve muy fuerte y continúa en la edad adulta.
El sueño externo capta nuestra atención y nos enseña qué creer, empezando por la lengua quehablamos. El lenguaje es el código que utilizamos los seres humanos para comprendernos y comunicarnos.
Cada letra, cada palabra de cada lengua, es un acuerdo. Llamamos a esto una página de un libro; la palabra
página es un acuerdo que comprendemos. Una vez entendemos el código, nuestra atención queda atrapada
y la energía se transfiere de una persona a otra.
Tú no escogiste tu lengua, ni tureligión ni tus valores morales: ya estaban ahí antes de que nacieras.
Nunca tuvimos la oportunidad de elegir qué creer y qué no creer. Nunca escogimos ni el más insignificante de
estos acuerdos. Ni siquiera elegimos nuestro propio nombre.
De niños no tuvimos la oportunidad de escoger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo con la
información que otros seres humanos nos transmitieron del sueñodel planeta. La única forma de almacenar
información es por acuerdo. El sueño externo capta nuestra atención, pero si no estamos de acuerdo, no
almacenaremos esa información. Tan pronto como estamos de acuerdo con algo, nos lo creemos, y a eso lo
llamamos «fe». Tener fe es creer incondicionalmente.
Así es como aprendimos cuando éramos niños. Los niños creen todo lo que dicen los adultos.Estábamos de acuerdo con ellos, y nuestra fe era tan fuerte, que el sistema de creencias que se nos había
transmitido controlaba totalmente el sueño de nuestra vida. No escogimos estas creencias, y aunque quizá
nos rebelamos contra ellas, no éramos lo bastante fuertes para que nuestra rebelión triunfase. El resultado es
que nos rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo.
Llamo a este proceso«la domesticación de los seres humanos». A través de esta domesticación
aprendemos a vivir y a soñar. En la domesticación humana, la información del sueño externo se transfiere al
sueño interno y crea todo nuestro sistema de creencias. En primer lugar, al niño se le enseña el nombre de
las cosas: mamá, papá, leche, botella... Día a día, en casa, en la escuela, en la iglesia y desde latelevisión,
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nos dicen cómo hemos de vivir, qué tipo de comportamiento es aceptable. El sueño extremo nos enseña
cómo ser seres humanos. Tenemos todo un concepto de lo que es una «mujer» y de lo que es un «hombre».
Y también aprendemos a juzgar: Nos juzgamos a nosotros mismos, juzgamos a otras personas, juzgamos a
nuestros vecinos...
Domesticamos a los niños de la misma manera en que domesticamos aun perro, un gato o cualquier
otro animal. Para enseñar a un perro, lo castigamos y lo recompensamos. Adiestramos a nuestros niños, a
quienes tanto queremos, de la misma forma en que adiestramos a cualquier animal doméstico: con un
sistema de premios y castigos. Nos decían: «Eres un niño bueno», o: «Eres una niña buena», cuando
hacíamos lo que mamá y papá querían que hiciéramos. Cuando no...
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