Nada
ESTUDIOS
UNA CADENA DE ALEGRÍA
Miguel Ángel García Morcuende
Discasterio Salesiano de Pastoral Juvenil, Roma.
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El autor, recordando la exhortación apostólica “Gaudete in Domino!” de Pablo VI sobre la alegría cristiana,
ofrece interesantes reflexiones sobre la alegría y la santidad. Hace un recorrido a través del testimonio de
algunos santos de laIglesia donde se puede ver cómo la alegría es uno de los dones característicos del
Espíritu.
1. El Evangelio vivido
Los santos nos han precedido y enseñado la senda que los ha conducido a la felicidad plena. La
historia de la Iglesia está compuesta por un mosaico construido por infinidad de santos, lejanos en
el tiempo y en el lugar, pero personas osadas que han proclamado con sencillezque el Evangelio
de Jesús no es una delirio ni un imposible. Han encarnado de formas diversas y han hecho realidad
a lo largo de sus vidas la afirmación de Jesús: "Dichosos los pobres, los que lloran, los humildes,
los que tienen hambre y sed de justicia, los compasivos, los limpios de corazón, los perseguidos...
porque de ellos es el Reino de los cielos". La santidad no es una calle dedirección única: a menudo
se ha despertado con la heroicidad de los mártires, con la brillantez de los grandes doctores y
teólogos, o con la vida cotidiana y habitual de apóstoles entre el Pueblo de Dios.
Por otra parte, incluso en aquellos tiempos en que el verdadero rostro de la Iglesia ha estado
velado por la infidelidad y el desorden de algunos, en esos momentos – quizá ocultas a la mirada
de lasgentes – han existido almas santas y memorables que tomaron en serio la fe: sabían que
Jesús vivía para ellos y que era Hijo de Dios. Aun en las épocas más oscurecidas de la Iglesia, hay
hombres y mujeres fieles que en medio de sus quehaceres han sido (y son) la alegría de Dios en el
mundo.
Son innumerables los fieles que han vivido su fe heroicamente: todos están en el Cielo, aunque laIglesia haya canonizado solo a unos pocos. De hecho, estamos muy cerca de estos hombres y
mujeres que son santos de verdad: hombres y mujeres que andan con nosotros el mismo camino y
que se esfuerzan por conseguir una vida auténticamente cristiana, fieles al Evangelio de Jesús. En
este mundo de hoy desmitificador y desacralizado parece un descubrimiento de anticuario tropezar
con un santo. Perosí, ha habido y hay personas que luchan por ser justos y pacificadores, pobres y
compasivos, limpios de corazón y de corazón compasivo, según el espíritu de las bienaventuranzas.
Abundan por doquier los santos y santas, muchos de ellos sin hornacina ni imagen reconocible en
los retablos. Quizá nos cuesta descubrirlos. Pero ahí están. No despliega una actividad asombrosa y
espectacular. Lo queocurre es que son silenciosos. Y por eso pasan desapercibidos entre nosotros,
aunque nos crucemos con ellos en la tienda o en la calle, en el trabajo o en la universidad. Son los
santos de hoy y de aquí que aún debemos descubrir.
El santo ha modificado lentamente su mirada y ve en las personas a sus hermanos "por quienes
Cristo ha muerto" (1 Co 8, 11). El cortejo de los santos lo formanquienes pertenecen y viven otro
estilo de vida: personajes originales y libres con una conciencia agradecida de ser hijos de Dios;
olvidaron su propio interés, a pesar de la presencia de costes y obstáculos. El miedo cedió ante la
alegría, como la niebla cede un poco ante el sol. Ellos entendieron que no hay nada más absurdo,
por intrínsecamente contradictorio, que una visión individualista de lafelicidad: nadie puede ser
feliz aislado de los demás, encerrado en sí mismo, sin dar y recibir, sin amar y ser amado. La dicha
de los hijos de Dios no es un acontecimiento privado. Entregados desinteresadamente a los demás
como misioneros y en el servicio de la oración, supieron vivir su existencia impregnándola de amor,
de bondad y de una entrega incondicional.
2. Santidad y...
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