Nada
[pic]
CONTIGO ESCUCHO LAS ESTRELLAS
A mi padre.
Charles Frederick Gillard
(1925-2005)
ÍNDICE
Invierno de 2006 5
Capítulo 1 6
Capítulo 2 16
Capítulo 3 29
Capítulo 4 36
Capítulo 5 44
Capítulo 6 56
Capítulo 7 67
Capítulo 8 75
Capítulo 9 88
Capítulo 10 100Capítulo 11 113
Primavera de 2007 122
Capítulo 12 123
Capítulo 13 131
Capítulo 14 138
Capítulo 15 149
Capítulo 16 157
Capítulo 17 167
Capítulo 18 176
Verano de 2007 185
Capítulo 19 186
Capítulo 20 198
Capítulo 21 206
Agradecimientos 216
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 217
Así como un hombre es, ve.
William BlakeInvierno de 2006
[pic]
Capítulo 1
Marianne
Esta no es una historia de fantasmas, no exactamente, pero era Navidad y me sentía como si hubiera visto un fantasma; mejor dicho, como si lo hubiese «oído». Aunque a los fantasmas no se les oye, ¿verdad? Se les asocia al ruido de cadenas arrastrándose por el suelo, a algún que otro gemidoespeluznante, pero en general la gente «ve» a los fantasmas, o al menos eso tengo entendido. Me he ahorrado esa experiencia.
Pero yo creía haber oído uno.
La mujer baja con precaución del taxi, se vuelve y saca un maletín y una bolsa del vehículo. Los deposita con cautela en el bordillo y luego busca a tientas el monedero en el interior de su enorme bolso de mano.
Cuando el taxi sealeja, ella se da la vuelta. Enfrente tiene una hilera de casas grises adosadas, de estilo georgiano, elegantemente anónimas, muy típicas de Edimburgo. La mujer, que lleva un abrigo largo de lana y un coqueto sombrero de terciopelo, estira un pie y coloca la bota, muy despacio, encima de una tapa de alcantarilla. Se inclina y recoge las bolsas, se yergue, se detiene un momento y luego, sin mirar aderecha ni a izquierda, echa a andar por la acera hacia los escalones que conducen a una puerta de entrada. Un testigo de la escena con buen oído habría podido oírla contar en voz baja.
No ha dado ni cuatro pasos, cuando se oye el chirrido de unas ruedas al frenar y una bicicleta que derrapa sobre la acera, seguidos del grito iracundo de un adolescente.
—¡Joder! Pero ¿no me ha visto venir?¿Es que es ciega o qué?
Todavía con el susto en el cuerpo, la mujer se vuelve hacia el ciclista. Cuando se ajusta el sombrero, que se le ha torcido un poco, le tiemblan las manos, pero su voz es firme:
—Pues ya que lo preguntas, sí, soy ciega.
Marianne
Si, es verdad, soy ciega.
Solo os daré uno o dos minutos para ajustar vuestros prejuicios sobre las personasciegas.
Pero, os oigo preguntaros, ¿no debería ir acompañada de un perro labrador? ¿No tendría que empuñar un bastón blanco? 0 por lo menos, ¿no debería llevar una de esas gafas grandes y oscuras como las de Roy Orbison y Ray Charles?
Sí, lo sé, lo sé: en realidad la culpa fue mía por cometer la estupidez de salir por ahí con pinta de persona «normal». (Bueno, al menos eso es lo que medicen. ¿Cómo voy a saber yo si tengo pinta de persona normal o no?)
—Yo soy ciega y tú no puedes ir en bicicleta por la acera. Si tienes timbre, ¿podrías hacer el favor de utilizarlo la próxima vez?
Pero el ciclista ya se ha ido. La mujer se agacha para recoger la bolsa que se le ha caído, percibe el movimiento de los cristales rotos, oye el goteo regular del líquido sobre la acera.Desconsolada, sube los peldaños y vuelve a hundir la mano en el bolso para sacar las llaves. La pérdida del borgoña es una catástrofe: ¿cómo van a guisar el boeuf bourguignon sin él? Y seguro que los merengues han quedado tan destrozados como sus nervios. Al palpar el frío metal de su móvil, se pregunta si no debería llamar a su hermana para que haga unas compras de última hora.
La llave...
Regístrate para leer el documento completo.