NADA
podían ser entendidos por individuos que no tenían el mismo idioma (ibid. 1975: 12, 35). Se trata de
una especie de representación gráfica del lenguaje, similar a losideogramas chinos (ibid.: 44).
Colores, líneas y puntos adicionales a partir de formas básicas de tocapus formarían una especie de
gramática que permite escribir palabras compuestas (De la Jara 1967: 243;1972: 69; 1975: 12, 45-49).Asimismo, identifica diversos logogramas como nombres de ciudades, de divinidades, estaciones,títulos de estatus, rangos jerárquicos o edificios (De la Jara 1972:69). Desafortunadamente, la autora no explica en qué basa sus asociaciones, es decir, cómo llega a identificar los logogramas conpalabras o conceptos específicos, lo que, a nuestro modo de ver, desacredita sumetodología y resultados.
Otro partidario de la escritura logográfica es Thomas Barthel (1970, 1971), cuyos ensayos,bastante complejos, intentan demostrar que existen dos niveles de interpretación delos tocapus. En un primer nivel se refiere a representaciones calendáricas y estelares en cuyo detalle no vamos aentrar aquí. A un segundo nivel considera los tocapus como grafemas con valorlogográfico y con correspondencia vocálica en aymara y quechua, es decir, que las palabras no significan la misma cosa pero se pronuncian de manera semejante. Sería largo describir cada etapa de surazonamiento,que Rowe resume de la manera siguiente: «El “desciframiento” de Barthel fue pura conjetura y nosabía lo suficiente respecto a la cultura o el lenguaje de los incas como para hacer conjeturas...
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