Nada

Jorge Enrique Adoum

“Ecuador: Señas particulares”

¿De qué —de quién- hablamos cuando decimos ecuatoriano?
De todo aquel que nació o se naturalizó aquí, evidentemente. De todo el que en elextranjero proclama serlo, intuyendo que reúne colectivamente, con sus compatriotas, ese conjunto de circunstancias que distinguen a una persona de las demás. Pero ¿hay un modo de ser ecuatoriano o, mejordicho, tenemos los ecuatorianos las mismas facciones en la misma cédula de identidad nacional?
Porque a veces confundimos identidad a ser idéntico a sí mismo, en virtud de ser distinto de otro conla suma de señas particulares que pueden ser comunes: quizás algunas de ellas se encuentran también en otros pueblos de América Latina, pero el hecho de parecerse a alguien no cambia el rostro propio:que otros tengan frente, nariz y boca e incluso la misma cicatriz o labio leporino no obliga, ni siquiera autoriza, a borrar esos rasgos de nuestro retrato. Que otros tengan ojos, no nos impidevernos con los nuestros en el espejo.
La identidad, hecho de ser una persona o cosa la, misma que se supone o busca, nos plantea el desafío de saber previamente qué suponemos ser o a quién buscamos. Encuanto a lo que encontremos, puede corresponder o no a la idea que teníamos de nosotros, aunque no siempre con orgullo: el ecuatoriano frecuentemente actúa, sobre todo en el extranjero, como si cargaraen sus hombros o llevara inscrita en la frente una suma abrumadora de errores, o defectos, caídas, disparates, históricos o personales, acumulados o recientes, que llegan a saberse afuera: allá seconocieron, por ejemplo, circunstancias del gobierno más inmoral y grosero que hayamos tenido y hubo ecuatorianos, particularmente estudiantes que, avergonzados, se hacían pasar por colombianos, chilenosy peruanos, sin por ello dejar de ser lo que eran en el fondo. (Se trata tal vez de un mecanismo de defensa, en ese caso por impotencia: si no podemos lavar la ropa en casa, nuestro orgullo...