nadie encendía las lamparas

tengo que hacerle un encargo.
Pero no me dijo nada: Recostó la cabeza en la pared del zaguán y me tomo la manga del saco. Me dijo:
No te vayas aún, por favor.
Su mirada y la manera en queenrollaba las puntas de su cabello ondeado, me detenían para marcharme. Le respondí:
¿Por qué no quieres que me vaya? y ¿Cuál es tu encargo? La verdad, no tengo que irme, pero no encienden las lámparas,entonces no creo prudente quedarme más tiempo.
Respondió:
Antes de decirte mi encargo, quiero saber tu nombre.
Me pareció muy extraño, ya que estuve varias horas en el mismo lugar que ella, y nole interesó mi nombre. Respondí:
No entiendo porque quieres saber mi nombre, finalmente si sigo aquí es porque intentaré ayudarte con tu “encargo”.
Ella respondió:
Me es importante saberloporque se relaciona con mi encargo; anda dime cómo te llamas.
Me miró a los ojos, mientras se acercaba un poco más a mi rostro, me sentí muy nervioso y al mismo tiempo, me intrigaba saber cuál era suencargo. Cuando al fin me decidí al decirle mi nombre, su tía, la viuda de los ojos no ahumados, me interrumpió, y dijo:
¿Qué fue lo que te advertí?
Su sobrina hizo un gesto de desagrado y laignoró, yo me quedé inmóvil, esperando que terminara ese momento incómodo.
La viuda regresó a la casa, así que nos quedamos solos otra vez, y entre más oscurecía ella se acercaba más a mí, me desconcertóy en cierto modo me intimidó. Así que le dije:
Ya tengo que irme, no sé cuánto te tome decirme tu encargo, pero como te lo dije nadie enciende las lámparas, y cada vez veo menos, lo siento.
Ellarespondió:
Espera, está bien, no me digas tu nombre, pero prométeme que mañana volverás.
Sorprendido de sus palabras, me quedé callado, solo mirándola, y en sus ojos vi ternura y tristeza; me causoalgo que jamás había sentido. Dije:
No sé por qué, pero te prometo que mañana, a eso de las 10am, volveré.
Ella me regaló una sonrisa sincera y agradecida, me dio un beso en la mejilla, y me...