Nafta
Todos tenemos en esta vidaalgo que nos motiva, sea bueno o malo, pero que logra provocar en nosotros un efecto realmente grandioso, esa chispa que genera grandes acciones. Para Poe, el alcohol era su mayor motivador, su amigo,su cómplice, su estrategia. Y es que el ser humano no puede resistirse a tal tentación que se presenta como una debilidad; una debilidad en la que todos pueden caer. Poe, al estar alcoholizado,comenzaba a escribir. Ante semejantes escritos era de suponerse que simplemente no se encontraba en sus cinco sentidos. Él argumentaba que no era un demente y que tampoco estaba soñando, sino que más biensu meta inmediata era enseñar al mundo. Enseñar. Ésta es una frase complicada y tal vez, hasta cierto punto, imposible de utilizar por alguien que no es apto, no por sus conocimientos, sino por lascondiciones en las que la mayoría del tiempo se encontraba, y él lo aceptaba: “Pero la enfermedad crecía dentro de mí (¿qué enfermedad es comparable al alcohol?)… cierta noche, cuando regreséalcoholizado a mi hogar.” El mismo Charles Baudelaire lo repitió al momento de la muerte de Poe.
Poe era misterioso. Tenía cierto interés por lo oculto y lo diabólico. Su supuesta adicción provocaba quedichos intereses surgieran, plasmándolos en sus obras. Gozaba de la crueldad y la venganza y de todos esos sentimientos aislados que, tan pronto contaba con pluma y papel donde escribir, salían a flote.Tenía inventiva y cierta fijación con la muerte. No la fijación que tienen los cultos satánicos, ni la que tienen las personas que se encuentran en una cama por estar paralizados de pies a cuello,...
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