Nanana
encontraban en el ascensor del cerro Artillería.
—¡Cómo te va, Silva! —exclamó uno, y continuó—: ¡Vengo de
visitar al sargento carpinteroEscobedo!
—,Qué le pasa? —preguntó Alejandro.
—¡Está en el Hospital Naval de Playa Ancha,
bastante trastornado. Cuenta raras historias de aparecidos y de
buques fantasmas en los mares delSur. Dice que su querida
chancha, por la corbeta “Baquedano”, tiene un fantasma a bordo, y
que él es el único que puede’ desembrujarla, como lo hizo con el
“Leonora”.
“La verdad es que el pobresargento no pudo resistir el alejamiento
de “La Baquedano”, que, como tú sabes, fue declarada fuera de
servicio, y se lleva pensando en regresar a bordo. ¡Tiene razón,
pasó toda su vida enella!”
—¡Ahora mismo voy a verlo! —dijo el grumete Silva, y se despidió
de su compañero.
Minutos más tarde, el grumete entraba en una de’ las blancas salas
del Hospital Naval.
—¡Ah!... ¡Vivael último grumete de “La Baquedano”! —exclamó un
rostro enflaquecido, cuando vio entrar a Alejandro. 75
—,Cómo está, mi sargento? —dijo el niño, acercándose’ al enfermo.
—¡Bien, hijo! ¿Sabes?¡A nuestra querida “chancha” la han
embrujado! ¡Tiene un fantasma a bordo! ¡Está convertida en un
pobre pontón! ¡No dejan entrar a nadie, pero yo voy a ir a rescatarla
del mal espíritu, como lohice en Punta Arenas
con el “Leonora”! ¡A tiempo has llegado! ¡Tú eres el único que
puedes acompañarme! ¿No es cierto?
—¡Iremos, mi sargento! —habló el niño, conmovido.
—!Bravo! ¡No esperabamenos de ti! —exclamó el viejo sargento
Escobedo, y continuó, llevándose la mano a una imaginaria visera,
como cuando se cuadraba ante sus superiores a bordo—: ¡Yo soy
el primer sargento de“La Baquedano”, y tú El ULTIMO GRUMETE
DE “LA BAQUEDANO”
—¡Sí, mi sargento! —respondió el grumete, estrechando la mano
que le tendía el viejo hombre de mar, y agachó la cabeza,
estremecido...
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