Narcopolitica

Por William Calderón Zuluaga
¡Qué joyita!
Ascencio Reyes, el amigo personal del fiscal Mario Iguarán y de algunos magistrados de las altas cortes, tiene a su haber unos líos que a cualquiera hacepensar por qué aún anda suelto. Pero, por fortuna para él, parece que goza de inmunidad e impunidad.

Hace algunos meses le dirigí un derecho de petición al fiscal Mario Iguarán para que me aclararauna serie de dudas que yo tenía sobre su estrecha relación con un sujeto llamado Ascencio Reyes Serrano (o Serrato). Varios días después recibí su respuesta. Era una respuesta llena de evasivas y demonosílabos. Era una respuesta por demás irrespetuosa que en nada aclaraba mis dudas sobre el dúo Iguarán-Reyes. Pero, claro, me tocó conformame con lo poco que sarcásticamente me respondió, pues quépuede hacer un simple reportero al lado de un funcionario que tiene el poder de meter a la cárcel a quien se le dé la gana. Ahora, después de que a mis manos llegó una copia del informe de la Unidad deInformación y Análisis Financiero (Uiaf) sobre las presuntas actividades ilícitas de Reyes, entiendo por qué Iguarán me respondió así aquel derecho de petición.

Sin embargo, la verdad es que si yoestuviera en el puesto de Iguarán, es decir, si tuviera algo que esconder respecto de la amistad con Reyes, hubiera contestado también con respuestas laterales. Pero yo, por fortuna, no soy él y notengo de que avergonzarme por mis amigos.

Entiendo, por ejemplo, que para un hombre de las calidades humanas, intelectuales y morales de Iguarán –amigo personal y reconocido del Dalai Lama– debe sercomplicado tener que reconocer que invitó a Reyes a su posesión como fiscal general de la Nación, el primero de agosto de 2005, en la Casa de Nariño. Entiendo también lo poco agradable que debe serpara Iguarán tener que confesar que Reyes le organizó varias fiestas –con todo incluido– a él y a otros altos dignatarios de la justicia colombiana. Entiendo, así mismo, que Iguarán aún no se haya...