Narnia y el sobrino del mago
El caballo y el muchacho
C. S. Lewis
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Las crónicas de Narnia III
C. S. Lewis
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LAS CRÓNICAS de
NARNIA
C. S. LEWIS
El caballo y el muchacho
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Para David y Douglas Gresham
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CAPÍTULO 1
Shasta emprende un viaje
Éste es el relato de una aventura que sucedió en Narnia y Calormen, y en los territorios
situados entre ambos países, en la época dorada, cuando Peter era Sumo Monarca de Narnia y
su hermano y sus dos hermanas eran rey y reinas bajo sugobierno.
En aquellos tiempos, en una pequeña ensenada situada casi en el extremo sur de
Calormen, vivía un pobre pescador llamado Arsheesh, y con él vivía un muchacho que lo
llamaba padre. El nombre del muchacho era Shasta. Casi todos los días Arsheesh salía en su
bote a pescar por la mañana, y por la tarde enganchaba su asno a un carro, cargaba el carro de
pescado y recorría casi dos kilómetros endirección sur hasta el pueblo para venderlo. Si había
conseguido que se lo compraran a buen precio, regresaba a casa más o menos de buen humor
y no le decía nada a Shasta, pero si no había obtenido las ganancias esperadas, se dedicaba a
censurar todo lo que el muchacho hacía y a veces incluso le pegaba. Siempre había algo que
criticar ya que Shasta tenía trabajo en abundancia: reparar y lavarlas redes, preparar la cena y
limpiar la cabaña en la que ambos vivían.
Shasta no sentía el menor interés
por lo que estaba situado al sur de su
hogar porque en una o dos ocasiones
había estado en el pueblo con Arsheesh y
sabía que allí no había nada interesante.
En el pueblo sólo encontraba a otros
hombres que eran iguales a su padre:
hombres con largas túnicas sucias,
zapatos de maderacon las puntas vueltas
hacia arriba, turbantes en las cabezas y el
rostro barbudo, que hablaban entre sí
muy despacio sobre cosas que parecían
aburridas. Sin embargo, sí le atraía en
gran medida todo lo que se encontraba al
norte, porque nadie iba jamás en aquella
dirección y a él tampoco le permitían hacerlo. Cuando estaba sentado en el
exterior remendando redes, y totalmente
solo, amenudo dirigía ansiosas miradas
en aquella dirección. No se veía nada, a
excepción de una ladera cubierta de hierba que se alzaba hasta una loma baja y,
más allá, el cielo y tal vez unas cuantas
aves en él.
En ocasiones, si Arsheesh estaba
allí, Shasta decía:-Padre mío, ¿qué hay al
otro lado de la colina?
Y entonces, si estaba de malhumor, el pescador abofeteaba al muchacho y le decía quefuera a ocuparse de su trabajo. O, si se hallaba de un humor apacible, respondía:
-Hijo mío, no permitas que tu mente se distraiga con preguntas ociosas. Pues uno de los
poetas ha dicho: «La dedicación al trabajo es la base de la prosperidad, pero aquellos que
hacen preguntas que no les conciernen están dirigiendo la nave del desatino hacia la roca de la
indigencia».
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Shasta pensaba que al otro lado de la colina debía de existir algún magnífico secreto que
su padre deseaba ocultarle. En realidad, no obstante, el pescador hablaba de aquel modo
porque no sabía qué había al norte; ni le importaba. Poseía una mentalidad muy práctica.
Un día llegó del sur un extranjero que no se parecía a ningún hombre queShasta hubiera
visto antes. Montaba un recio caballo tordo de ondulantes crines y cola, y sus estribos y brida
estaban adornados con incrustaciones de plata. La púa de un yelmo sobresalía de la parte
central de su turbante de seda y llevaba una cota de malla. De su costado pendía una curva
cimitarra; un escudo redondo tachonado con adornos de cobre colgaba a su espalda, y su
mano derecha...
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