Narraciones del norte de Nayarit

CUANTO VALE UN HIJO... (Cuento corto sobre un suceso en Acaponeta)

CUANTO VALE UN HIJO?
(Por Serafín Sánchez)
Sucedio que un día en el rancho, se acabó el trabajo y con él, la comida. La sequía
continuaba y continuaba, algunas nubes aparecian en el cielo, pero pronto las
desvanecía el viento o sencillamente emigraban a la Sierra de Huajicori, luego a
Durango o a algún otro lado, pero aquíno se quedaban, tal vez este muchacho no
tuviera la responsabilidad de llevar el sustento total a aquel hogar, pero consideraba
que dejarle todo al siempre enfermo padre, sería agotador.
Las tierras aquí son blancas y sueltas como talco, muy poco productivas de lo que se
come, hasta los que iban dentro del camiòn en la única corrida semanal hacia el
Rancho, llegaban pareciendo mapaches, peroal revés, blancas las caras y solo los ojos
se les veían, ni que decir de los que iban en los mal llamados taxis, simples camionetas
pick ups con caja, en donde se apiñaban cinco, diez y a veces quince pasajeros, con
todos los inconvenientes que había que soportar, brincos, tierra, precios caros y hasta
malas maneras de los conductores, que si bien veían poca gente, esperaban y
esperaban odejaban de ir, cuando sentían que no les convenía la subida y esto solo a
las poblaciones mas importantes del municipio, para estos taxis no es posible pensar
que subieran constantemente, aún cuando se tratara de algún lugar de relativamente
fácil acceso. Al final, la bajada en el camino, a la parte mas cercana al poblacho y luego
a caminar, caminar y otra vez llenarse de polvo, kilos de polvoque juntandose con el
sudor y los humores propios de cada quien, se hacen espesos, así no los soporta ni uno
mismo.
Este joven, tenía bien puesto el apetito por el trabajo y tambien del otro, pero si del
primero, no se satisface el segundo, no vale mucho la pena, así que escuchando
pláticas de sus amigos, los cuales se reunían por la tarde, despúes de alguna labor de
esas de la casa que nose pagan con dinero y que a veces cansan mas, hacían
comentarios sobre el trabajo que se podría encontrar en la cabecera municipal o en
otro lado. ¿Y por qué no? Hasta al otro lado que caray.
Lástima, solo eran pláticas, bonitas hasta eso pero que dejaban boquiabierto al joven
niño, lo malo era que todos lo decían, pero nadie era capaz de decir lo que ellos
mismos habían hecho, se platicaba deparientes en los estados Unidos, de sus envíos
de dólares, de los ciento cincuenta pesos que le mandó Gregorio a doña Jova, que ¡A
que viejita tan pendeja!, ¿pos que no sabe que así les decimos los de acá a los dólares?
Y mira los rateros de correos, nomás le dieron ciento cincuenta pesos, pos ella que
sabe, si con trabajos escribe su nombre, llegó pidiendo que los ciento cincuenta pesos
quele mandó su hijo y pos se los dieron. Cuando despues de mucho regresó Goyo,
luego que les cayó la Migra y le preguntó de lo que le había mandado, pos tuvieron
que decirle y ahi va Goyo a reclamar, no pos que si se los dieron y hasta le enseñaron
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la firma de recibido. Pos ya qué, en aquel tiempo costaba a doce pesos eldólar, pos
que bien se la jodieron.
Y las páticas eran de lo mismo, pero aún lo mismo seguía dejando con la boca abierta
al niño, el mayor de la familia y siempre con hambre, casi el substituto del padre si este
faltara, entonces sí, tendría que saber buscar el sustento, para poder alimentar a sus
otros cuatro hermanos comedores de tierra y a su madre hacedora de milagros con lo
escaso, poreso siempre con hambre, porque las barrigas crecían pero por las
lombrices, no por el apetito saciado hasta la gula, y aquello se repetía durante una
buena parte del año, el no recordaba otra cosa mas que eso, el hambre, siempre el
hambre.
En el Rancho sencillamente ya no había nada que hacer, así que con todos los sueños
de un muchacho de trece años, se vá sin decir nada, toma los servible...