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A fin de proporcionar una mejor caracterización de esta temática realizamos una selección de fragmentos del capítulo 14 “Dialéctica de la educación” del libro Teoría de la Educación de Ricardo Nassif. El autor trata el problema que titula este apartado recurriendo en gran medida a los aportes de la perspectiva crítico-transformativa, en especial al enfoquefreiriano de la educación y su visión esperanzada en la capacidad de ésta para liberar al hombre de la opresión.
La educación, campo de tensiones
La convivencia de fuerzas contrarias en el seno del fenómeno educativo ha sido reconocida desde hace algún tiempo. Autores de muy diversa conformación ideológica y científica la han reflejado en expresiones tales como «bipolaridad de laeducación», «ambivalencia de la educación», «dualidad de la educación» o han explicado la educación como un «juego de antinomias»1 o un permanente vaivén entre la heterogeneidad y la unidad. No obstante encontrarse allí el principio para una interpretación dialéctica de los procesos educativos, no siempre se ha dado importancia al enfoque, que, por otra parte y en la mayoría de los casos no pasaba de unaespeculación no correspondiente con las exigencias y posibilidades de la educación concreta.
Dualidad de la educación como proceso dialéctico
Las concepciones sobre la funcionalidad de la educación, tanto en la metodología clásica -predominantemente idealista-, corno en la «lectura ideológica», se asientan en dos funciones generales que aparecen como fundamentales y condensadoras de todaslas funciones particulares y cuya nómina podría extenderse al infinito, sin más topes que los criterios imaginables para clasificarlas.
Tales funciones generales -a primera vista contradictorias- son las de conservación (o de reproducción) y de renovación (más aún, de transformación) de la vida socio-cultural y del hombre, agente y paciente de esa vida. Una alternativa en la cual laadvertencia sobre el hombre (ni un ente abstracto ni un ser mecánicamente social) es pertinente, ya que a menudo, o se pone el acento sobre un «espíritu» sin raíces, o la funcionalidad educativa viene tan cargada de connotaciones sociológicas, que ese hombre parece extraño a las estructuras dadas en el contorno que él mismo va creando2.
Aún aceptando que la antinomia entre reproducción y renovación, nosenfrentase a una contradicción insalvable, es el ser humano quien da sentido a esas funciones. Si optásemos por la educación-reproducción, es el hombre quien ha de insertarse en un ambiente-preestablecido. Si asignamos --corno ya
lo hemos hecho-- a la educación la tarea de superar las acomodaciones pasivas, mediante la vigorización de la función renovadora, en ese proceso no sólo se configurala personalidad, sino que la misma función se canaliza a través de la activación de las capacidades humanas transformadoras.
Sólo con esa salvedad, puede dilucidarse mejor el problema que nace del encuentro –o del desencuentro-- de la reproductividad con la creatividad. Y esto es válido aun cuando ambas funciones se impliquen o se complementen, se sinteticen o se desequilibren bajo las presionesdel grado de desenvolvimiento y de aspiraciones del conjunto de la sociedad y la cultura, tanto como de las concepciones y las ideologías que en ellas se desenvuelvan.
Hasta la mirada más superficial puede notar que las exigencias socio-culturales, las concepciones del mundo y de la vida y las ideologías acentúan una u otra de las funciones generales de la educación. Pueden hacerla,justamente, porque ambas funciones coexisten dentro de la educación como una tesis y antítesis, que una pedagogía cimentada en un humanismo concreto ha de tender resolver en una síntesis: la del devenir del hombre en una sociedad que -también cruzada por contradicciones- se va «produciendo» en el tiempo en razón de la “historicidad”, como una de sus fuerzas inherentes3 .
Si esa mirada llega más hondo,...
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