naturaleza de la administracion
Cuando salió de allí el frío había amainado, miró en torno suyo, saludó cordialmente a los vecinos y fue a cumplir con la tarea que se impuso como ofrenda,muchos años antes en la tumba de su madre: atender y dar aliento diario a sus enfermos más pobres. A las siete y treinta estaba de regreso en casa, Comió pan untado con mantequilla, unas lonjas de queso y tomó guarapo de papelón, frugal alimento servido por su hermana María Isolina del Carme.
De metódico espíritu franciscano se dispuso luego a hacer lo que habitualmente hacía; ordenar sumodesto consultorio y verificar la lista de pacientes que solicitaban su atención aquel día. Al terminar con ellos pasó a ver a los niños del Asilo de Huérfanos de la Divina Providencia y a los enfermos del hospital Vargas. Cuando volvió a casa poco antes de mediodía, María Isolina lo recibió con una grata sorpresa, Dolores su amantísima cuñada le había enviado como obsequio una jarra de carato deguanábana, uno de los pocos placeres que se permitía el médico asceta. Bebió dos vasos de aquel rico zumo y se fue a la iglesia de San Mauricio para la contemplación diaria del Santísimo Sacramento.
A las doce en punto, al toque del Ángelus, rezó el Ave María y regresó para almorzar. La última comida de su vida consistió en sopa, legumbres, arroz y carne. Mientras comía recordó a Isolinaque aquella tarde les visitarían su hermano Cesar y su sobrino Ernesto, quienes conversarían con él los arreglos de un proyectado viaje a la isla de Curazao. Consumido el almuerzo, Hernández se sentó a reposar en una silla mecedora. A la una y media pasó a visitarlo un amigo que deseaba felicitarle por el aniversario de su graduación.
Al encontrarle regocijado, el amigo le preguntócurioso:- ¿A qué se debe que esté tan contento doctor?- ¡Cómo no voy a estar contento!- Respondió Hernández con un brillo especial en la mirada – ¡Se ha firmado el Tratado de Paz! ¡El mundo en paz! ¿Tiene usted idea de lo que esto significa para mí? El amigo complacido lo secundó en su entusiasmo y entonces el médico acercándose a él y bajando la voz, le dijo en tono íntimo.- Voy a confesarle algo: Yoofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta ya se dio, así que ahora solo falta…Un gesto radiante interrumpió su frase, el otro se alarmó un poco por lo que acababa de escuchar pero no imaginó lo cerca que estaba de cumplirse aquella ofrenda. A los 28 años, Fernando Bustamante experimentaba la felicidad del hombre llano; poseía un taller mecánico; estaba casado; tenía dos hijos y suesposa estaba encinta.
Sus seres más queridos disfrutaban de buena salud, especialmente su madre que recientemente había sido tratada y curada por el doctor José Gregorio Hernández, amigo y antiguo profesor de Bustamante en los tiempos en que éste estudiaba bachillerato. En 1918, año de la terrible gripe que asoló al mundo, el doctor Hernández arrebató de las garras de la muerte a la hermanadel mecánico. Agradecido con el noble galeno, Fernando Bustamante le pidió ser el padrino del hijo que estaba por nacer, honor que José Gregorio aceptó conmovido.
El domingo 29 de junio de 1919, Bustamante cerró el taller a la 1:30 de la tarde. Tenía hambre y lo único que deseaba era llegar a comer. Trece días antes, la Gobernación le había otorgado el certificado que lo autorizaba a...
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