Navidad o carnaval




Navidad o Carnaval

Pasada las doce, madrugada de Navidad, llovía a cántaros, el sonido del aguacero tronaba, y el techo oxidado de zinc que nos cobija tenía una hendidura donde se amarraban las láminas, es decir, una gotera, imaginé una cascada delgada pero muy alta, como la de la propaganda de la tele, cuando anuncian agua pura de montaña embotellada. Recorrí con la mirada en penumbrasel cuarto, la fogata era el destello de la tele, la alfombra de tierra labrada con pisadas la hacía parecida a un pesebre, gracias a Dios mi papá se llamaba Nicolás, entonces pensé que en mi versión ancestral él era. Lo único del cuento es que yo no me llamaba Jesús, sino Juan Carlos, nombre de rey, pero conforme, seguía tranquilo, contento, deleitándome con mi caída de agua, eso sí que no sedesordenará, pues si el balde del destino se desbordaba con frecuencia, las cosas podrían ponerse feas.
Los cohetes retumbaban en el cielo, el olor a pólvora me eran familiares, pues no sabía distinguir entre estos y las balas silbando en nuestros oídos, solo por el chirriar decía que estos iban hacia el infinito y en el caso del silbido de los proyectiles, estos eran secos, intermitentes, producíanmiedo a flor de piel, quién sabe si iban contra el cuerpo inesperado de un transeúnte, eso que dice Nicolás, una guerra entre bandas.
Mi madre, madre también de otros, no era la virgen María, pero rezaba igual que ella, por lo tanto en mi manera de verla así era, de nombre Benilde, su oficio era planchar, por lo tanto el frío de la heroína de la casa, la nevera, la señora de blanco, la podíapasmar, y por eso no la abría jamás, pues le decía que era como una represa, solo luz y agua, ese sonido peculiar cuando bajaba la corriente me despertaba en las noches, pero mi pensamiento no se alejaba de la Navidad, era como una magia rara que invadía mi cuerpo, lo cierto es que me hubiese conformado con ver al niño Jesús, pues el pesebre lo tenía, claro, la ausencia del buey y del burro eranotable. Benilde, mamá le decía Veni con v pequeña a ver si levantaba su ánimo, pues la rutina de ese calor interno era fuerte, creo que era el origen de sus ronquidos, nuestro pesebre es lo que hoy llaman un loft, de las series de televisión, como el de Friends, si no se me olvida, sobre todo la vista sobre la ciudad inigualable e incomparable.
Veía mis amigas las hormigas desfilando por la azúcarderramada, creo que ellas sí estaban en la fiesta, tranquilas —había visto un documental donde los sufí, que representan la pureza, creen que los animales, cualesquiera sean, tienen alma—; caminan viendo hacia abajo para no matar a nadie, no cesaba de llover, traté de ver la estrella de Belén, y el cielo encapotado, la preocupación era si nuestra morada desaparecía, y no sería precisamente Herodesquien la destruyera, pero cómo subirían los Reyes Magos semejante altura, estábamos a más de 900 metros, esa era la cota sobre el nivel del mar. Nicolás quería dormir, no era fácil estar todo el día cargando sacos de cemento de 45 kilos, y después subir una escalera como las que aparecen en los documentales de la televisión en las escenas de escalar Machu Pichu, o el Everest, creía que la pasabanmejor, pues era una hazaña lo de papá, era una rutina, pero no podíamos acostarnos, sería terrible, habría que estar en la expectativa sin lugar a dudas, la ciudad parecía un nacimiento, las luces mortecinas, como eran de baja luminosidad, realmente un sitio tranquilo, sosegado, con todos dispuesto a dormir, pero no, la lluvia seguía, y Veni veía el peligro inminente, por lo que decidió sacar elbalde lleno de agua antes de que se derramara. Luego tomo una bolsa de basura usada, sana, sin huecos, que se encontró días atrás subiendo las escaleras y comenzó a meter los pocos objetos enchufados, eso sí, un nudo bien hecho para que no entrara el agua. Nicolás decía: «Pronto amaina», frente a los ojos impertérritos de Veni, si a ver vamos asustado no estaba, ya el agua empezaba a meterse por...