niña de los ojos claros

Llegó el tiempo en que florecieron las puticas en el jardín, y el
viento, que siempre venía del sur, trajo el olor de los azahares. Y
Niña color de los ojos en edad de merecer miraba a través de la
romanilla un pedazo triste de la calle, y se amanecía en sueños al
recordar que alguna vez vio en un tranvía un rostro blanco que
se deslizaba como una alucinación de media noche.
Y vendrá lasoledad a taladrar más esta memoria, mientras que
entre el estrépito de las paredes seré el insecto que ha soñado con
devorar los astros; entonces, habrá en cada miembro mío algo de
tierra que pueda sepultar las estaciones del malvado. Así la vida.
Así el ofrecimiento. Así la derrota. Mi casa, ya sin nombre en la
tierra, ha quedado atrás entre las contorsiones de una música que
a veces viene,entre los apresuramientos de otros aires y en el
lugar mismo de tantos sacrificios.
En agosto vibraban el agua, las calles y las tejas. Al mediodía
las casas de arriba eran levantadas por el sol; y desde aquí abajo,
junto al pan de año centenario, se olía el mar porque estaba agitado
y el viento venía del norte. Y nadie caminaba por las calles
salvo los perros que buscaban alguna sombra deventana. Y zúmbate
con la limosna cargado de mochilas gritaba en aquella soledad
su carga imaginaria de verduras. Amor y Niña color de los
ojos esperaban la tardecita para ir a la plaza, quizás destruida, a
recibir el Angelus como así lo habían hecho durante tantos años,
porque Huevo de pájaro, decían, era muy puntual.
Casi no recuerdo, pero el tiempo quedó encerrado en una cajita
metálica oen algún bolsillo raído por inútiles entusiastas. No
estaba la noche para reconocer la verdadera incógnita de las cosas
raras que se mueven en las calles ni estaba la luz para simplificar
las formas mágicas que flotan en la oscuridad. Casi no recuerdo,
sin embargo podía adivinar en muchos rostros las ansiedades a
punto de cumplirse, y otros rostros desmigajados en simples
esperanzas. En micasa cada rostro modificaba el silencio, y el
invierno traía las conjeturas que muchos años después serían el
sello de una obstinación desbordada.
Y Niña color de los ojos mordía sus labios y miraba el puente
y el azul del cielo caía sobre las casas iluminando de infinito los
años enraizados allí, pegados allí en todo el corazón de esa soledad
que apretujaba el nuestro como los recuerdosidos de la
memoria. Amor, la siempre Amor, se quitaba de los ojos las telarañas
del tiempo y movía sus manos a la hora del crepúsculo y
quizás podía distinguir cierto color rojo perteneciente al pasado.
Venitas azules terrosas, venitas por todo el cuerpo y esas manos
útiles para fumar el tabaco y acariciar a Niña color de los ojos y
plasmarle también el tiempo que no quería salir porque sequedaba
allí, metido adentro de ella como la ilusión aquella del
comienzo. En edad de merecer, Niña color de los ojos era un titilar
de estrellas y un murmullo en las calles. Del monte de allá
arriba bajaba el viento con abejas y mariposas acompañando a
Muchacho que también venía con el buey. Y el tiempo se quedaba
quieto porque había tiempo de noche y tiempo de día tal
como hubo un tiempo enla eternidad. Muchacho bajaba con
pegones en la cabeza y silbaba la música del río y repetía incesantemente
que entre peña y peña periquito suena. Y amor, queriendo
imaginar la plaza, señalaba más abajo una sombra huidiza que
Niña color de los ojos jamás pudo mirar.
De allí que me duelan los nombres, pues cada pensamiento
mío lleva la marca de un sueño. En el pasado soy alguien de cabezainclinada que teme a los pájaros y cuenta estrellas; hoy me
diluyo con la premonición de mis fracasos. Mi diversión, un ligero
trueque de ausencias. Es cierto, me duelen los nombres en
cada rincón de mí, en la otra parte de mí que nadie entiende.
Quizás algún día, pueda obtener la gracia para convencerme de
que mi infancia está perdida. Sueño. Sueño nombres y rostros;
sueño astros y piedras;...