Ninguno

Seattle 1875
La sangre goteaba desde sus labios hasta su torso frío, su mirada se dirigió hacia los cuerpos de los animales, fríos y sin vida que yacían en el suelo y ya no escuchaba los dulces latidos de sus corazones. Miro al cielo, donde la luna reinaba esa misma noche, el viento golpeaba con fuerza las copas de los arboles haciendo que estos se movieran con brusquedad. Se avecinaba una grantormenta.
El ruido de una rama sonó por todo el bosque silencioso, miro para todos lados y no encontró a nadie. Alterado por lo que podrían ver, tomo los cuerpos y los llevo a un acantilado que estaba cerca de donde estaba el, y comenzó a arrojarlos. Pero una voz lo saca de su labor.
—Veo que ya te has alimentado. — dijo, era una voz de hombre y muy grave. Se da la vuelta y ve a un muchacho degran altura, cabello cobrizo y sus ojos eran de un rojo muy intenso.
— ¿Quién eres?— pregunto el muchacho.
— ¿Que ya no te acuerdas de tu mejor amigo?— pregunto el desconocido.
Abrió sus ojos sorprendido de que su mejor amigo haya vuelto, corrió hacia él con una velocidad que ningún humano pudiera contemplar a primera vista, y lo abrazo con tanta fuerza que si fuera en verdad humano le hubieraquitado el aire.
—Has cambiado. —dijo el muchacho viendo a su mejor amigo.
—Tú no has cambiado nada—dijo— me da gusto de verte Christopher.
—A mi igual— contesto el muchacho – ¿Qué te trae a Seattle, Derek?—pregunto.
—Escapando—contesto este— los licántropos me han visto cazando en sus tierras, y sabes cómo son sus reglas.
Christopher rió, su amigo siempre se metía en problemas. — ¿Cuándoserá el día en que dejes de meterte en problemas?— pregunto este mirándolo.
—Creo que cuando muera. — dijo, y ambos comenzaron a reír.
La tormenta ya se había desatado, los truenos sonaban haciendo retumbar la tierra y los rayos iluminaban el cielo nocturno, el agua comenzó a caer con tanta fuerza que golpeaba el cuerpo de ambos jóvenes.
—Erik te buscaba— dijo Derek mirándolo serio— Quiere hablarsobre…
—Ya sé de qué quiere hablar, pero no lo hare. — Contestó este con brusquedad – Él sabe perfectamente que nunca lo haría.
— Chris sabes que puede ayudarte, en muchas cosas, a de más de que ya no tienes que cazar más animales y tirarlos a un acantilado. — dijo Derek riendo.
Pero Christopher pensó, ¿sería tan malo tener un sirviente? Si es malo, arrebatarle la vida a un pobre humano no eralo suyo.
—Eh dicho que no. —dijo firme.
Derek suspiro pesadamente. — Mira Chris, yo no me meteré, pero al menos habla con Erik—dijo y Christopher lo miro, hablaría con Erik, pero si él no trata de atacarlo por meterse con su hermana.
—Iré. — dice firme y su amigo le da una sonrisa de agradecimiento— Iremos ahora.
— Disculpa ¿Iremos?— pregunta Derek confuso— ¿Por qué tengo que ir yo?
—Porque túme ayudaras si es que Erik me ataca. — sonrió con ironía.
Derek suspiro otra vez pesada mente— Esta bien, pero me debes una— contesto señalándolo.
El solamente asintió, giro sobre sus talones y flexiono las rodillas mientras que se impulsaba con sus pies para comenzar a correr.
Corrían y saltaban sobre los árboles esquivando ramas, la lluvia seguía cayendo con tanto furor que en vez desentirla pesada era como una ligera briza, corrían a una velocidad tan rápida que ni un ojo humano podría ver.
Llegaron a una estancia donde había una gran casa y un establo situado al costado de esta, la casa era de un color blanco con grandes ventanales una puerta de mármol color negro y un jardín inmenso, caminaron con un poco de dificultad ya que el suelo estaba lleno de fango hasta llegar a la casao mejor dicho mansión.
Tocaron la puerta de mármol y esperaron a que alguien abriera, no pasaron menos de un minuto y la puerta se abrió dejando ver a una muchacha de cabello azabache y sus ojos eran de un rojo carmesí, al ver a Christopher su sonrisa se ensancha.
— ¡Chris!-dice ella y salta a sus brazos.
—Madeline— dice Christopher un poco tenso, si los veía Erik le arrancaría la cabeza y...