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Eran las 4 de la tarde. Los pasajes -que habíamos comprado un mes atrás- indicaban que el avión estaría partiendo a las 6 p.m. hacia Miami. —Salgamos ya mismo porque sino no llegamos—le dije a mimamá. Me hizo caso: salimos en ese instante sin revisar qué habíamos guardado en la valija y qué no -nos olvidamos varias cosas-. Bajamos a todo velocidad a la calle y paramos al primer taxi que pasó. —Lomás rápido que pueda a Ezeiza—le indicó mi mamá al taxista. Nos dirigimos a Ezeiza a tal velocidad que varias veces pensé que chocaríamos. La enorme cantidad de de autos que se juntó en varios puntosdel trayecto no fue impedimento para el taxista que, a través de numerosas maniobras, logró evadir los embotellamientos y dirigirse con buen ritmo hacia Ezeiza. —No vamos a llegar Fran— repitióincansablemente mi mamá durante todo el camino. Finalmente, y luego de una hora de viaje, llegamos a Ezeiza. Disponíamos de solo una hora para realizar todos los trámites pertinentes y abordar el avión. Lafila para realizar el check-in, afortunadamente, no era extensa. Pero, para colmo, la máquina encargada de procesar a cada pasajero, se rompió. Tuvimos que realizar el trámite manualmente, lo que nosretrasó aún más. A esta altura, restaban 20 minutos para el despegue del avión. No sé de qué manera, pero logramos pasar migraciones y aduana en menos de 10 minutos; nos quedaba otros 10 minutos.Corriendo por todo el aeropuerto, finalmente llegamos al avión y tomamos asiento. Lo habíamos logrado. Nos disponíamos a relajarnos cuando el piloto tomó el micrófono, —...el vuelo con destino a laciudad de Nueva York—se le oyó decir al capitán del avión desde los parlantes del mismo. ¡Nos habíamos equivocado de vuelo! Cuando salimos del avión, nos enteramos que nuestro vuelo había despegado 5minutos atrás. Todo parecía indicar que nos habíamos quedado sin vacaciones. Fuimos al mostrador de la aerolínea para averiguar si nos podían reembolsar el dinero o parte del dinero de nuestros pasajes....